Ayer, día 25, me llegó por correo electrónico un texto publicado por Fernando Vázquez Brea, ingeniero de caminos, canales y puertos y compañero mío en el Círculo Sierpes, en su blog llamado SIGNATUS.
La parte del texto que más me llamó la atención es la siguiente:
La familia de Abraham residía en Ur de Caldea. Su padre, Teraj, decidió trasladarse a Jarán, donde murió a los doscientos años de edad (Gen. 11) Allí, Abraham recibió el mandato divino de abandonar a sus padres y dirigirse hacia Canaán. Abraham marchó con su mujer, Sarai, y su sobrino, Lot, y todo su séquito a cumplir el mandato divino. (Gen 12, 1-3)
La vida de Abraham transcurre como nómada por dicha tierra, hasta que llega una época de hambruna por cuyo motivo decide trasladarse a Egipto. Es curiosa la narración bíblica: “Cuando estaba por llegar a Egipto, dijo a Sarai, su mujer: "Yo sé que eres una mujer hermosa. Por eso los egipcios, apenas te vean, dirán: ‘Es su mujer’, y me matarán, mientras que a ti te dejarán con Por favor, di que eres mi hermana. Así yo seré bien tratado en atención a ti, y gracias a ti, salvaré mi vida". Cuando Abrám llegó a Egipto, los egipcios vieron que su mujer era muy hermosa, y los oficiales de la corte, que también la vieron, la elogiaron ante el Faraón. Entonces fue llevada al palacio del Faraón. En atención a ella, Abrám fue tratado deferentemente y llegó a tener ovejas, vacas, asnos, esclavos, sirvientas, asnas y camellos. Pero el Señor infligió grandes males al Faraón y a su gente, por causa de Sarai, la esposa de Abrám. El Faraón llamó a Abrám y le dijo: "¿Qué me has hecho? ¿Por qué no me advertiste que era tu mujer? ¿Por qué dijiste que era tu hermana, dando lugar a que yo la tomara por esposa? Ahí tienes a tu mujer: tómala y vete". Después el Faraón dio órdenes a sus hombres acerca de Abrám, y ellos lo hicieron salir junto con su mujer y todos sus bienes.”(Gen 12, 11-20)
De vuelta a Canaán, la riqueza de tío y sobrino era tanta que decidieron separarse para evitar disputas entre sus pastores. (Gen 13, 8-9)
Debo confesar que leo poco la Biblia y que sólo me intereso por su contenido cuando la ocasión lo requiere. Eso ocurrió ayer día 25, pues leí ese correo tras ver a Bibiana Aido, ministra de Igualdad, defender en Televisión a las mujeres maltratadas, y cómo cientos de mujeres recorrían las ciudades españolas portando carteles con nombres de féminas que han sufrido maltrato. Tal coincidencia me hizo reflexionar, porque el texto bíblico antes comentado narra que Abraham entregó su esposa a los egipcios, para que la disfrutaran sexualmente (al menos eso se deduce del texto), a cambio de recibir de éstos, incluido el Faraón, una buena posición y dinero. Es decir: Abraham chuleó a su esposa Sara y se enriqueció gracias a ella.
Como se sabe, Abraham es un vínculo común entre las tres religiones monoteístas (judíos, musulmanes y cristianos), las cuales desde sus orígenes han discriminado a la mujer. Alqo que hoy en día prosigue, pues todas ellas dan preferencia a los varones para regir organismos religiosos, conceder derechos o situación económica y política en la pirámide social. Quizás todo eso tiene su posible explicación en el texto bíblico que comentamos, pues si el patriarca común de las tres religiones maltrataba a su mujer y la chuleaba ¿qué se puede esperar de sus descendientes y seguidores?
Quizás los movimientos feministas actuales no han caído en ese detalle, pero deberían conocerlo y a lo mejor le sirve para sus fines.
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