Para quienes practicamos la escritura, el acto de presentar alguno de nuestros libros es uno de las mejores satisfacciones que podemos vivir.
Atrás quedaron los enormes esfuerzos que supone buscar datos, seleccionarlos, pasar horas interminables delante del ordenador para escribir lo mejor posible, las incertidumbres del repaso del texto, los contactos con editoriales, la firma del contrato de edición, la corrección de pruebas de imprenta, las preocupaciones por ver cómo quedó el libro impreso y tantas otras vivencias que supone poner una obra a disposición de nuestros lectores.
Una vez editado el libro, tras haber sido distribuido en las librerías, hay que darlo a conocer con los mejores medios que se disponga.
Las grandes editoriales se gastan enormes sumas de dinero en promocionar los libros que editan: campañas de TV, viajes pagados a los autores a ciudades importantes para hacer ruedas de prensa, carteles lujosos situados en las mejores librerías y los centros comerciales… En cambio las pequeñas editoriales, deben valerse de otros recursos menos ambiciosos y procuran, en colaboración con el autor, hacer cuanto está en sus manos para que el libro publicado funcione en un mercado tan complicado y competitivo con el del libro.
Uno de los recursos empleados, tanto por las grandes editoriales como por las pequeñas, es organizar un acto importante para presentar la obra.
Para ello hay que elegir unos presentadores, algo que suele hacer el autor, y también disponer de un local apropiado.
Luego habrá que enviar invitaciones, procurar que los medios de comunicación se hagan eco del acto organizado y tantas otras acciones que sumadas al hecho de escribir y de publicar (con el consiguiente riesgo económico) y promoverlo, suponen muchísimas horas de trabajo, impagables, sobre todo para el autor.
He vivido esas experiencias muchas veces. Mis libros siempre se han presentado en lugares sevillanos espléndidos:
Ayer, día 25, acompañado de mis amigos, los escritores Emilio Carrillo y Nicolás Salas, y de mi editor José María Toro, contando además con la bienvenida del ejemplar sacerdote y entrañable amigo don José Robles Gómez y con la asistencia de numeroso publico que llenaba los bancos de madera alli existentes, presentamos mi nueva obra titulada SEVILLA EN
Fue un hermoso acto que me hizo feliz y me compensó de los esfuerzos que durante varios años realicé para dar forma a mi nueva criatura literaria.
Los presentadores acertaron, en sus parlamentos, a situar adecuadamente al libro en el sitio que debe acogerlo el lector y el público tuvo la gentileza de ofrecerme la oportunidad de hablarle mientras les firmaba una buena cantidad de ejemplares.
Antes de la presentación en san Esteban, me hicieron entrevistas en una emisora de TV, otra de radio, me llamaron de las Agencias Europa Press y Efe, y mi nombre y el del libro fueron mencionados en la prensa sevillana.
Hoy, ya más tranquilo de esa pequeña vorágine, deseo dar la gracias a cuantas personas me han apoyado en este evento.
Tras vivir ayer tan gratas emociones, he vuelto a mi lugar de trabajo con una renovada ilusión y me he puesto de nuevo a escribir, como si nada hubiera ocurrido.
El libro presentado ayer ya forma parte de lo vivido y, como la vida sigue su curso, miro al futuro confiando en que los proyectos que tengo en mi mente vean la luz lo antes posible.