lunes, 29 de marzo de 2010

LA IGLESIA CATÓLICA, EL SEXO Y LOS ABUSOS DE RELIGIOSOS CATÓLICOS A MENORES.



Estos días los medios informativos nos hablan de los abusos a menores cometidos en diversos países —Irlanda, Alemania, Estados Unidos, Chile, entre otros—. Algo abominable, pues no hay nada más puro que un niño y su sonrisa. Hacer daño a esa pureza merece cortarle los huevos a quien lo haga. Como respuesta a tal situación, el Papa ha querido echar balones fuera, diciendo frases exculpatorias y en su última intervención pública desde su balcón en el Vaticano ni siquiera mencionó este asunto, habiendo quedado en ridículo al ser él tan conservador e integrista, tras haber ocupado esa especie de inquisición interna vaticana que es la Congregación para la Doctrina de la Fe, donde demostró que no en vano procede de Munich, lugar donde se gestó gran parte de todo lo hitleriano.

Me pregunto si Ratzinger habrá practicado el sexo, pero por lógica debe haber sentido alguna vez el inmenso placer que produce. El mismo placer que ha llevado a sus acólitos sacerdotes al abuso de niños, añadiendo así la Iglesia católica otros episodios sexuales que nos recuerdan a los papas Borgias, o los cardenales que tenían queridas, o queridos, como puede verse en la serie de TVE Águila Roja, o en obras literarias diversas. La contradicción es vidente, pues por un lado la Iglesia católica anatemiza todo lo sexual, desde el uso del preservativo hasta los medicamentos anticonceptivos, y por otro en su seno se pervierten menores, o los curas se acuestan con quienes les apetece, como todo hijo de vecino, pues cuando el cuerpo pide sexo hay que dárselo y eso es irreprimible, al mismo tiempo que algo natural e integrante de la propia vida.

Para montar su paranoia antisexual, la Iglesia católica defiende la virginidad de Maria, siendo lógico e impensable que un varón sano como José el carpintero no tuviera relaciones en la cama con su mujer. Luego se monta en el poyo de obligar a miles de hombres y mujeres ha declararse castos de por vida y no permitirles casarse, cuando está demostrado, en los países anglosajones, que se puede ser un buen dirigente religioso y tener al mismo tiempo una familia.

La Iglesia se cree Dios mismo, tratando de decirnos lo que ella misma piensa, o reprimiendo conciencias a base de castigos que no sabemos si Dios aprueba, cuando ella de Dios no tiene nada, siendo sólo un caro intermediario de venta de la fe, y como tal intermediario se aprovecha de las circunstancias. Lo mejor para comprar lechugas es ir a la huerta donde se producen, pero como Dios está en todas partes ni siquiera tenemos que ir a sus templos para sentirlo cerca y hablarle, evitando que usureros nos cobren caro su mediación, como hacen los intermediarios al vendernos lechugas, por poner un ejemplo.

Al respecto, el Diario de Sevilla ha publicado el siguiente artículo, que afianza cuando decimos:

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RATZINGER DEMORÓ LA EXPULSIÓN DE UN SACERDOTE PEDERASTA POR "EL BIEN DE LA IGLESIA"

El abogado de las víctimas critica que le preocupara más "la reputación de la Iglesia que el bienestar de los niños".

El Papa Benedicto XVI demoró en 1985 la expulsión de Stephen Kiesle, sacerdote estadounidense, declarado culpable de un delito de pederastia, argumentando que era "por el bien de la Iglesia". El abogado de las víctimas, Jeff Anderson, considera que "lo que se demuestra es que el entonces cardenal Ratzinger, no sólo demoró la expulsión del sacerdote, sino que prefirió proteger la reputación de la Iglesia por encima del bienestar de los niños".

En una carta escrita en latín, fechada en 1985 y que obra en poder de la agencia Associated Press, el Papa Benedicto XVI, que por entonces era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, pidió al obispo de Oakland (California) más tiempo para considerar "el bien de la Iglesia" antes de tomar su decisión sobre la expulsión del sacerdote acusado de pederastia.

La misiva forma parte de la correspondencia que mantenían el Vaticano y la diócesis de Oakland sobre el caso Kiesle, el sacerdote de 38 años que fue sentenciado a tres años de libertad condicional por abusos contra dos jóvenes. La diócesis había recomendado la destitución del cura acusado de abusos sexuales en 1981, el año en el que Ratzinger fue nombrado jefe del organismo de la Iglesia al que compete la disciplina de los religiosos. Ratzinger escribía en la carta que, a pesar de la importancia de las argumentaciones en favor de la destitución de Kiesle, le preocupaba "el perjuicio que puede causar en la comunidad de los fieles de Cristo, sobre todo considerando su joven edad".

A este respecto, el ayudante del portavoz del Vaticano, Ciro Benedettini, dijo a Reuters que "el entonces cardenal Ratzinger no encubrió el caso, sino que quiso estudiarlo con detenimiento por el bien de todas las personas implicadas". Por su parte, el portavoz de la diócesis, Michael Brown, rehusó comentar el contenido de la carta, pero señaló que demuestran que su diócesis "actuó correctamente en 1978, ya que Kiesel fue retirado del ejercicio del sacerdocio en 1987".

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Creo conocer algo las mitologías y durante mis viajes visité santuarios de regiones antiguas. Egipcios, mayas, mesopotámicos, asiáticos tuvieron creencias, sacerdotes y templos que duraron muchos siglos. Al final todos desaparecieron. La Iglesia católica tiene dos mil años de vida, pero su propia dinámica se parece cada vez más a la que siguieron esas religiones desaparecidas: abuso de poder, imposición de mandatos y contradicciones entre lo que se dice y se practica. Este Papa Ratsinger es el último en la lista de diversas profecías. Ojala se cumplieran y el siglo XXI fuera capaz de sacarle del Vaticano, evitando esas pomposidades propias de los Césares, a los que imita recreando los pavoneos de éstos en el Foro de la Roma antigua, situado cerca de la actual Plaza de San Pedro.
En mi opinión, los seres humanos debemos creer en Dios (cada cual puede interpretarlo como desee), pero dejemos atrás la intermediación de tanto cura, obispo, o Papa. Mientras desaparecen, como desaparecieron los similares de otras religiones, mejor serían que se casaran, que tuvieran hijos legítimos, que disfrutaran del sexo libremente, y, por supuesto, dejaran de abusar de niños inocentes que caen en las garras de ciertos miembros de la “Araña Negra”.

domingo, 14 de marzo de 2010

LA SIESTA: “YOGA IBÉRICO”, “NIRVANA NACIONAL” Y POSIBLE BIEN DE INTERÉS CULTURAL


Opino que una de delicias de la vida cotidiana es echarse una buena siesta, o siestecita, como la llaman algunos.

Tomarse un aperitivo sobre las 13 horas, en casa, saboreando tapas de mariscos u otras delicias compradas en supermercados, sin bullicios de bares y preparadas por uno mismo. A las 14 horas almorzar, sin prisas, mientras de ven las noticias de Canal Sur. Más tarde, una vez saciado el apetito, lo que apetece es tenderse, el cuerpo lo pide a gritos y debemos atender su requerimiento porque de lo contrario estaremos con cierto malestar, como si nos faltara algo. Una vez tendido en la cama, reposando con tranquilidad, un suave sopor se va adueñando de nuestro ser, proporcionándonos un placer tranquilo hasta conseguir quedar totalmente relajados. El sueño, o a veces la dormivela, unos días de más duración y otros de menos, según el tiempo disponible, culminara el proceso para dejarnos como nuevos, llenos de energía positiva y dispuestos a terminar la jornada enteros, descansados.

Camilo José Cela llamó “Yoga Ibérico” a la siesta. El premio Novel gallego decía, además, que se debía disfrutar con “pijama, Padrenuestro y orinal”. Algo exagerado fue Camilo en poner tantos requisitos, la cosa es muchísimo más sencilla, pues cuando las colores aprietan, o el frío provoca tiritones, nada hay mejor que tenderse al medio día en una cama y transportarnos a un cielo cercano y delicioso, sin orinales ni padrenuestros que valgan. Yo la llamaría “Nirvana Nacional”, exportada a varios países para ser practicada por personas sabías y necesitadas de cargar sus pilas vitales, Winston Churchill o Albert Einstein no eran tontos y por eso amaban sus descansos siestiles para relajar sus privilegiadas mentes. Según se define en Google: Nirvāa es una palabra sánscrita que se puede traducir como ‘desatar’ (en referencia a los nudos de la mente), o como extinción, calma, quietud, desaparecer, cese, soplo de una vela (en donde la llama representa las pasiones incontroladas y se apaga). Se utilizaba comúnmente para designar un enfriamiento de algo, por ejemplo de la comida. Magnifica definición que confirma cuanto estamos diciendo sobre la siesta.

Ahora un abogado, Daniel Dorado, quiere ir más allá del mero disfrute nirvánico y ha solicitado en Madrid que la siesta se declare Bien de Interés Cultural (BIC). Apoyo totalmente tan inteligente iniciativa y seguro que también la apoyarán otros muchos españoles, además de los hoteles que desde hace tiempo ofrecen habitaciones sólo para dormir la siesta.

La cosa no es baladí, pues si se aprobase podría suceder que las empresas asumieran dar tiempo a sus empleados para dormir un rato en sus lugares de trabajo e incentivar sus rendimientos laborales. De hecho, en algunos países orientales ya lo hacen.

En cualquier caso, se declare BIC o no a nuestra amada siesta diaria, ella seguirá formando parte de nuestra vida como algo imprescindible, necesario e irrenunciable.

domingo, 7 de marzo de 2010

EL IMPACTO DE VER DESNUDAS A LA TRIANERA SANTA ANA, Y A SU HIJA, MIENTRAS LAS RESTAURAN EN EL INSTITUTO ANDALUZ DE PATRIMONIO HISTÓRICO



Ayer sábado, día 6 de marzo, visité con unos amigos de Nuevo Sábado Club las instalaciones que el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) tiene en la sevillana isla de la Cartuja, donde se restauran obras de arte procedentes de diversos lugares de Andalucía.

Una eficiente guía nos mostró los talleres que sirven de clínicas para curar las patologías dejadas por el tiempo en tapices, papeles, esculturas, cuadros y otros valores artísticos andaluces, aplicándole allí los remedios curativos que procuren su supervivencia.

Lo más impactante de la visita fue ver dos crucificados tendidos para recibir terapias de manos de sus restauradores, y sobre todo contemplar los trozos de madera, sólo con una cara pintada, que representan a Santa Ana y a su hija, la Virgen María, en el retablo de Pedro de Campaña perteneciente la trianera parroquia de Santa Ana.

Fue demoledor observar desnudos aquellos trozos, despojados de los ricos ropajes y coronas con que la religión católica los muestra pomposamente en un altar mayor de Triana, donde son objeto de cultos, de pretextos para celebrar verbenas, procesiones, o reciben oraciones de sus fieles.

El choque entre la realidad de cuanto veíamos y el recuerdo de una ficción inventada para alimentar la fe me hizo reflexionar. Teníamos prohibidas las fotos, pero estando allí, ante unas figuras de madera tan reales y poco llamativas, la mente volaba hacia imágenes que desde hace siglos nos muestran a dos señoras vestidas con ricos ropajes, enjoyadas con coronas y otros valiosos adornos. Visitar ahora el IAPH es una ocasión única para contemplarlas así, desnudas y sin ambages, y los trianeros no deberían perdérsela para salir de ese encantamiento que sienten hacia su “seña” Santa Ana. Quizás a más de uno se le caería el chaleco al verla tal cual es.

No he visto desvestidas a las dolorosas de la Semana Santa, pero supongo que sus esqueletos forman ficciones parecidas a la de la madera que supuestamente encarna a esa desilusionarte talla de la Santa Ana trianera. En cualquier caso lo que está claro es que una cosa es la realidad de la imágenes y otra la utilización que de ellas hacen las religiones para alimentar a los espíritu y las creencias de la gente. Sin duda eso es paganismo encubierto y supone una manipulación cruel, pero a la vez necesaria para los curas, los obispos y los papas. Quienes se dejen manipular por ellos es muy libre de hacerlo y hay que respetar cualquier creencia u opinión, aunque de vez cuando quizá sea necesario pensar un poco y racionalizar algo que, como la religión, forma parte de la vida de muchas personas. Para ello puede servir ver esos trozos de madera guardados ahora en unas naves de La Cartuja y destinados, cuando se restauren, a seguir engañando visualmente a quienes, en el futuro, los contemplen vestidos y coronados, presidiendo ceremonias en un hermoso altar mayor de Triana.

LA FIESTA DE LOS TOROS, EL PATRIMONIO CULTURAL Y LA POLÍTICA


En Cataluña se ha iniciado el primer movimiento social importante contra la celebración de corridas de toros en el territorio español.

El pasado mes de diciembre, una Iniciativa Legislativa Popular (ILP), avalada por 180.000 catalanes, fue aceptada a trámite en El Parlament, para su debate, gracias a una diferencia de 8 votos entre los votos en contra y los votos a favor. Tal resultado demuestra que la sociedad catalana es plural, y al mismo tiempo que los nacionalistas inclinaron la balanza a su favor. Sospecho que éstos no actuaron sólo para evitar el maltrato a los toros bravos, sino también para ir quitando huellas españolas en el territorio que defienden como suyo y de nadie más.

Han pasado pocos meses y ya se debate dicha ILP, declarando ante los parlamentarios catalanes los que tienen filias hacia la llamada “Fiesta Nacional”, entre ellos el apoderado del torero José Tomás, que llena la plaza cada vez que torea en Barcelona; o fobias, expuestas por un prestigioso filósofo y catedrático de Ética.

Aún no sabemos el resultado final del debate o si José Tomás y otros toreros podrán volver a torear en Cataluña, pero en el resto de España se está reaccionando políticamente y varias Comunidades Autónomas, gobernadas por el PP, han declarado “Patrimonio Cultural” a las corridas de toros, supongo que ese camino lo seguirán en breve otros gobiernos autonómicos, quizás para defender una fiesta que puede gustar, o no, pero que está llena de matices entroncados en la cultura española y mediterránea, como lo demuestran los ritos atlantes narrados por Platón, en los cuales un toro era sacrificado. o el rapto de una mujer tiria, llamada Europa, tras convertirse Zeus en un toro blanco; o las esculturas, cuadros, poemas, novelas y otras muchas obras de arte conservadas en los museos y bibliotecas de países europeos y otras partes del mundo. Por tanto, los toros no son sólo motivo de festejos que mueven muchísimo dinero en España, Hispanoamérica y el sur de Francia, sino también un eco de nuestros ancestros que los dibujaban en pinturas rupestres, o se divertían lanceándolos en las plazas públicas de las ciudades castellanas antes de construirse los inmensos cosos taurinos hoy existentes. Tanta es y ha sido su fuerza, que ni aún la Iglesia católica, mandona espuria en España durante siglos, logró terminar con las aficiones taurinas del pueblo español, a pesar de haberlo intentado en varias ocasiones.

Sin ser militante del ecologismo, comprendo la sensibilidad de quienes defienden a los animales, aunque la vida de lujo de los toros bravos mientras pastan en las dehesas, donde son cuidados con esmero,  bien la quisieran disfrutar, por ejemplo, los animales cazados en los costosos safaris organizados en África, o los venados muertos en las cotos de caza de Sierra Morena, de todos los cuales también debería ocuparse El Parlament, pues los leones, guepardos, hienas.  elefantes, jabalíes o ciervos tienen tanto derecho a vivir como nuestros toros bravos, y como dice el refrán: “O todos moros o todos cristianos”. Pero los catalanes no debatirán sobre eso porque no son símbolos de España y por tanto no les interesa perder tiempo en la defensa de unos bichos que se buscan la vida como pueden.

He visto muy pocas corridas de toros a lo largo de mi vida, tampoco me gusta ver la sangre y cuando me hacen análisis miro para otro lado mientras me la extraen, pero no soy anti taurino, ni anti nada.

No me gusta que los políticos prohíban cosas, ya Franco nos prohibió demasiado.  Por todo ello, y por el bagaje cultural que representa todo lo taurino, prefiero que se sigan celebrando corridas de toros, aunque opino que debería limitarse su número de forma racional y sin leyes prohibitivas. Así se encontraría una solución a este asunto: los aficionados podrían seguir divirtiéndose, y aburriéndose a veces en los cosos taurinos, porque hay corridas que son auténticos tostones, y los defensores de los animales obtendrían una satisfacción para sus demandas. Estamos en épocas de pactar. A lo mejor alguien de Cataluña lee este texto en Internet y asume mi opinión. La doy gratis, pero soy consciente de que hay mucha política por medio y como contra eso nada puedo hacer. Sentiré ver quitar al toro de Osborne de las carreteras catalanas, si aún queda alguno en ellas, y le diré a mi amigo Platón que desde el Olimpo lea por videoconferencia sus Diálogos en El Parlament, a ver si le escuchan como lo hacía en el siglo V aC. su tío Critias, gracias a lo cual sabemos que en el parlamento atlante no había debates sin antes derramar sangre de toro, entroncando así la política con los toros.