miércoles, 1 de agosto de 2012
ISLAS GRIEGAS: MI VIAJE AL ENCUENTRO CON LOS DIOSES
Desde siempre quise ir a las islas griegas y contemplar de cerca el Mar Egeo. Mi afición por la mitología, derivada del proyecto literario LA ANDALUCIADA que me ocupa desde hace treinta años con la intención de dotar a Andalucía de una epopeya escrita, me hizo estudiar todas las mitologías existentes en nuestro planeta y con más profundidad la mitología griega, al ser la más cercana a nuestra cultura mediterránea y la que fundamenta buena parte de la civilización occidental.
Tras visitar la Grecia continental a finales de los años noventa del pasado siglo, con estancias en Olimpia, Delfos, Salónica o Atenas con su Partenón, por diversos motivos fue aplazando este viaje al territorio insular griego hasta que el pasado mes de marzo decidí realizarlo, para lo cual recabé información en agencias de viaje y ninguna de sus ofertas satisfacía mis deseos de visitar lugares mitológicos sin los agobios que imponen los grupos organizados para turistas. Mediante Internet solucioné el asunto. Diseñé un recorrido a medida, con vuelos en avión, ferry y hoteles ajustados a mi presupuesto y cuanto deseaba conocer. De esta forma, el pasado día 26 de junio inicié el periplo narrado a continuación.
Martes 26 de junio 2012.- El vuelo de Sevilla a Creta, ofertado por la compañía Vueling, salió del aeropuerto hispalense a las 19,30 h. para tras hacer escala en Barcelona llegar al aeropuerto de Heraklión, capital cretense, a las cuatro de la madrugada. Como a esa hora no funcionaban los autobuses urbanos, cogí un taxi y sobre las cinco ya estaba en mi habitación del Hotel Athinaiko, cómodo y funcional, que elegí por situarse cerca del puerto y del centro de la ciudad.
Miércoles
27 de junio 2012.- Temprano y guiado por un mapa obtenido en el
hotel, me lanzo a descubrir la capital isleña donde residiré los próximos días.
Mi primer objetivo es visitar el Museo Arqueológico, al que llegué preguntando
aquí y allá tras atravesar la espaciosa plaza Elefterías que centra la vida de
la ciudad. Estaba cerrado y debí esperar un buen rato. Lo visito despacio y
saco fotografías, pero no descubro al Disco de Festos pues entonces creía que
estaba expuesto en Festos, donde se encontró en 1908. Este despiste lo comprobé
cuando ya fuera del museo lo vi en un escaparate ofrecido como souvenir, al
haberse convertido en símbolo de Creta. Decidí volver otro día para verlo, pues
era uno de mis objetivos en este viaje. Callejeando sin rumbo fijo, llegué al
pintoresco mercado de Heraklión, compré algunos recuerdos y después de pasar por bulliciosas calles
descubro la famosa Fuente de Morosini , también llamada Fuente de los Leones. Es veneciana del
año 1628, pero los leones son más antiguos y de forma continúa expulsan agua
por sus bocas. Los pilones están decorados con exquisitos bajorrelieves. Se
encuentra a sólo tres cuadras del puerto y es un lugar turístico por
excelencia, con muchos bares, restaurantes y comercios en su entorno. Al comandante
veneciano Franchesco Morosini también se le debe la construcción de la cercana
Logia. Entro en ella. Es un hermoso edificio que recuerda a otros con sabor de
Venecia. Sirvió para sede de reunión a nobles y gobernantes. Lo destruyeron
durante la guerra, pero a continuación fue reconstruido. No lejos, los
venecianos ocupantes de Creta entre los siglos XIII y XVII, también construyeron
la primera iglesia dedicada a San Marcos y el Palacio Ducal. Continúo con
dirección al puerto por la calle Augustou. Veo una agencia que ofrece
excursiones a Cnosos y a la Cueva de Licto, otros de mis objetivos básicos. Por
38 euros compro un billete para ir al día siguiente a esos destinos. Estoy
contento por haber solucionado algo que me preocupaba. Ya con el billete en el
bolsillo, sigo caminando hasta ver de pronto la impresionante fortaleza veneciana,
ahora cerrada por estar restaurándola, a la que me dirijo cruzando un
fondeadero de barcos. Hace muchísimo calor. No importa. El encanto del lugar
impresiona por su belleza. y nos habla de mitología, haciéndonos recordar al
gigante broncíneo Talos, que cada daba día tres vueltas a la isla para
defenderla de invasores. Creta fue minoica, romana, bizantina, musulmana, veneciana, turca, egipcia y desde
1913 griega, tras triunfar el movimiento impulsado por Elefterios Venizelos,
cretense de nacimiento y venerado como héroe, teniendo varios monumentos en su
patria al ser uno de los políticos griegos más importantes del siglo XX.
Es la
hora de comer. Llevo en mi mochila patatas fritas, galletas y manzanas.
Localicé a unos pescadores que dialogaban entre ellos mientras lanzaban sus anzuelos.
Me senté cerca de ellos en una roca, para oírles hablar mientras comía. De
frente tenía el mar Egeo con su azul intenso, a la izquierda Heraklión y detrás
la fortaleza veneciana, ingredientes que me hicieron sentir emoción, mientras
el idioma griego llegaba a mis oídos. Fue un momento mágico. Uno de los
pescadores me preguntó si era italiano, le respondí e iniciamos una conversación
gesticular en torno a las victorias de la selección española de futbol en el
Eurocopa, terminando ofreciéndole mis galletas que ellos degustaron con agrado.
Es la magia de los viajes. De pronto surge la comunicación entre seres humanos,
sin importar razas, credos o idiomas. Tras despedirme de aquellos improvisados
amigos, seguí caminando para regresar al hotel por una ruta distinta. Quería
conocer las estaciones de autobuses y marítima. En los próximos días debía
usarlas y necesitaba anotar horarios y destinos de posibles excursiones. Lo
bueno de viajar por libre es que se debe improvisar informándose de cuantas
posibilidades ofrezca el lugar donde se está. Ya tengo experiencia en eso y
procuro planear con tiempo lo que haga. Mapas, horarios y preguntas ayudan a
impedir errores. El día siguiente ya lo tenía cubierto con la excursión
contratada poco antes en la agencia, pero supe que en Heraklión hay dos
estaciones de autobuses, de la que estaba salían con dirección a Chania y Agios
Nicolaios. Para ir a Festos debía ir a otra distinta, situada en el extremo
opuesto de la ciudad. Poco después entré en el puerto, de donde salen los
ferrys para otras islas. También allí recabé información. Ya tenía los datos
que iba buscando. Estaba cansado y me dirigí al hotel, donde antes de cenar y
acostarme navegué por Internet.
Jueves 28 de junio 2012.- Salgo muy
temprano del hotel. Me dirijo de nuevo al Museo Arqueológico para ver por fin
el Disco de Festos. Se expone en vitrina transparente. Siento una gran emoción
contemplándolo. Intento fotografiarme con él
pero lo impiden las normas de Museo. Fue descubierto el 15 de julio de 1908
por el arqueólogo italiano
Luigi Pernier en la excavación del palacio minoico de Festos,
cerca de Hagia Tríada, al sur de Creta. El propósito de uso y su origen
aún no fueron revelados, lo que convierte a este objeto en uno de los más
famosos misterios de la arqueología. Algunos autores, entre ellos
Blas Infante, lo relacionan con la escritura existente en Andalucía hace miles
de años. Si se consiguiera descifrar su misterioso texto en forma de jeroglíficos,
despejaríamos esa posibilidad, porque de ser cierta confirmaría la existencia en
Andalucía de la escritura milenaria mencionada por el geógrafo griego Estrabón.
En cualquier caso, me interesa mucho su conocimiento y lo menciono en LA
ANDALUCIADA. Quiero hablar con los responsables del museo sobre la posibilidad
de exponer este disco en Sevilla, junto al Tesoro del Carambolo. Visito las
oficinas y al no estar el director prometo venir al día siguiente. No lejos de
allí está el Hotel Astoria, en cuya puerta un autobús me recogió a las diez de
mañana para viajar a Cnosos, la cueva de Licto y un monasterio ortodoxo.
Paquete turístico incluido en la excursión comprada el día anterior. La llegada
a las ruinas del palacio minoíco de Cnosos fue frustrante. Muchos grupos de
turistas de diversas nacionalidades convertían al lugar en una feria poco
digerible. Por si fuera poco, las explicaciones de mi guía eran en inglés,
idioma que no entiendo. Tuve que conformarme con mirar por mi cuenta aquellas
venerables piedras que hablan de laberintos, del Minotauro o de Teseo Ariadna,
entre otros personajes míticos. Estremece adivinar cuanto pudo ocurrir allí
hace miles de años. Fue construido hacia el 2000 aC. y destruido por un terremoto antes de 1700 aC., para ser reconstruido después. El
palacio tenía 17.000 m2 construidos y más de 1.500 habitaciones. Sufrió destrucciones parciales hacia el 1650 aC. e importantes antes del 1400 aC., cuando fue abandonado para ser luego reutilizado por los dorios y romanos. El
arqueólogo británico Evans lo sacó a la luz, tras comprar el terreno. Hoy es el
mayor atractivo turístico de Creta. En
este enlace se amplia la información sobre Cnosos Si algún vuelvo allí, lo haré sólo, o acompañado de alguien afín, para
detenerme y disfrutar más de cada detalle. Eso es imposible con un grupo que
tiene su horario tasado por agencias, Aquello es un enorme negocio y lo tomas o
lo dejas. Al salir del recinto arqueológico y montarme de nuevo en el autobús
estaba ilusionado con llegar al Monte Egeo, segunda etapa de aquella excursión.
Se iba a cumplir mi sueño de pisar la gruta de Licto, donde Zeus pasó su
infancia. Hay que tener muchas ganas y fuerzas para subir una escarpada montaña
a medio día, con sol abrazador, pero la fe mueve montañas y el duro oficio del
viajero no permite comodidades. Junto a mi grupo de excursionistas emprendo la
aventura, me canso, paro, reanudo la marcha. Tengo que llegar, me digo. Alivia
ver maravillosos paisajes desde aquellas alturas. Tras un enorme esfuerzo,
estoy en la cumbre. El boleto de entrada cuesta dos euros. Ahora toca bajar a
la cueva por unos escalones no cómodos. Si difícil fue ascender el descenso no
lo es menos. Todo se compensa con la emoción del momento. ¡Estoy aquí! Me dijo
a mi mismo. Desconozco los criterios de la madre de Zeus para esconderlo en un
lugar tan dificultoso como este, pero triunfó y su hijo no fue comido por
Cronos. En cualquier caso vivir en semejante cavidad no debe ser fácil. ¿Cómo
se las apañaría el infante que luego fue rey de los dioses para caminar entre
tanta cuesta? Claro está, todo fue una invención poética, lo que me enseña algo
importante que aplico en mi novela. Primero el escritor elige un sitio, sitúa
allí sus personajes míticos, y ese sitio queda mitificado. No hay que partir de
lo que ya esté, hay que crearlo de la nada. La magia se impone a la realidad.
¿Quién vendría a esta cueva si la mitología no la hubiera mitificado? Quizá espeleólogos
pero no miles de esforzados turistas. Llego al fondo. Me paro para disfrutar el
momento. Soy muy feliz. Lo he conseguido. Ahora toca ascender hasta la superficie.
Se requieren más esfuerzos. De nuevo en
la entrada respiro hondo. Mi sueño se ha cumplido
De nuevo en el autobús. Queda por ver el tercer
destino incluido en la excursión. Se trata de un monasterio ortodoxo. Hay una
monja a la entrada que cobra varios euros. No me atrae mucho el lugar. Lo
visito con cierta desgana. Reflexiono sobre la fuerza que tienen las creencias
religiosas en los seres humanos. La iglesia y otras dependencias de este
monasterio guardan ricos objetos de culto. Ocurre siempre en los credos
ansiosos de acaparar oro, plata y sobre todo controlar a la gente mediante miedos
al más allá. Un cuento ya sabido. Nada puedo hacer contra eso. Solo apartarme
de tales manipulaciones y pasar de cuanto digan los dirigentes religiosos.
De regreso a Heraklión y camino del hotel, me
adentro de un parque. Hay muchas personas sentadas en mesas, tomando bebidas,
mientras escuchan a una cantante. Grecia vive momentos económicos difíciles,
pero nada se nota en sus calles, plazas, tiendas y supermercados. La gente
consume y consume, Nadie puede impedir que la tradición mediterránea de salir a
la calle, disfrutar al aire libre del ambiente y de la vida, se imponga por
encima de cualquier circunstancia. Son milenios lo que acumula tal forma de
ser. Por mucha Alemania exigiendo austeridad, los “países periféricos” seguirán
su ritmo, su sabia forma de entender la existencia. ¿Hay que trabajar para
vivir, o vivir para trabajar? Como en todo, lo ideal es encontrar un
equilibrio. Me gusta ser más hormiga que cigarra. Planeé mi vida para ser ante
todo libre y eso incluía conseguir una economía saneada. Amoldarse a las
circunstancias económicas de cada etapa. Esa es la clave. Si ahora puedo
permitirme viajar es porque antes me sacrifiqué ahorrando. En cualquier caso,
los griegos amantes de disfrute se parecen mucho a los andaluces, lo que me
hace sentirlos más cercanos.
Llego al hotel y entro en Internet para
ver mi correo y mi muro en Facebook. Es magnifico poder comunicarse en
cualquier lugar del mundo con nuestros amigos y familiares. Estamos en la era
de las nuevas tecnologías. Me enganché a ellas en 1984 y las domino un poco. Así me siento más integrado en la época
que vivo.
Viernes 29 de junio 2012.- De nuevo voy
hacia el Museo Arqueológico, Hago tiempo en su entorno hasta las diez de la
mañana, hora en que el día anterior prometí volver para hablar con su director.
Esta ocupado y no puede recibirme. Lo hacen dos arqueólogas, con quienes
mantengo una interesantísima conversación sobre el Disco de Festos. Con ellas
intercambio información y correos electrónicos para mantenernos en contacto.
Abrí una puerta al diálogo entre personas interesadas en tal fascinante objeto
y me siento feliz. Intentaré fructificar esta entrevista cuando regrese a
Sevilla. De momento en una tienda cercana compro una copia fiel del disco,
hecha por un acreditado ceramista. La
situaré en mi escritorio en Sevilla, junto a una imagen de Don Quijote. Serán
mis amuletos literarios a partir de ahora.
De nuevo en la calle, me dirijo hacia otro museo
dedicado a la historia cretense. Antes de llegar, entro en una iglesia ortodoxa
donde celebran cultos. Hay gente dentro. Está dedicada a San Pedro y San Pablo.
Es un enorme edificio restaurado con
la ayuda de la Unión Europea. Sentado en un banco escucho cantos religiosos en
idioma griego. Viajar supone adentrarse en la vida y costumbres del lugar
visitado. Las iglesias, los mercados y deambular por las calles, es un buen
método. Procuró comprender sin juzgar nada. En todos sitios cuecen habas, como
dice el refrán. Convertirse en espectador, estar atento a la sorpresa ofrecida
al volver cada esquina o identificarse con quienes te acogen, enriquece el
espíritu. Los ancianos que cantan juntos en esta iglesia denotan camaradería,
son pueblo y les une la religión. Mi respeto hacia ellos. Salgo de nuevo a la
calle. El museo al que voy está muy cerca. Entro él. La planta baja expone
fotos antiguas de hechos ocurridos en Heraklión u otros lugares cretenses. Subo
a las plantas superiores. Localizo dos exposiciones temporales dedicadas a
escritores cretenses; Nikos Kazantzakis, autor de Zorba el Griego, y Odiseas Elytis, a quien
conocí en Sevilla en 1980 cuando fue traducido al castellano por el poeta José Antonio
Moreno Jurado y fui invitado a oírle recitar en el hotel Alfonso XIII. Aún
conservo el opúsculo con la firma de Elytis. Me encanta este reencuentro con
él, aunque haya fallecido y ahora solo pueda hablarme mediante su espléndida
obra poética. Las ciudades y los países necesitan referentes para reafirmar su
identidad. Ser profeta en la propia tierra es muy difícil. Quienes lo consiguen
pasan el tamiz del tiempo. Me encantaría que me pasara eso. “Si me muero que
sepan que he vivido”, dijo Blas de Otero. Trabajo para hacer méritos con mis
actividades literarias y ciudadanas, nada más puedo hacer. En cualquier caso lo
que me importa es el hoy, disfrutar de cada momento. Lo restante, es aleatorio.
No me puedo quejar. En cierta forma soy un privilegiado. Tras fotografiarme
junto a Elytis en un cartel, completo la visita al museo. Parece que tiene
predilección por muebles de políticos. El ego de éstos aflora en estas salas
que mejor deberían exponer obras de arte. Pero bueno, hay debemos respetar lo
que hay. Camino hacia la estación de
autobuses cercana al puerto. Pretendo viajar a Aghios Nikolaos, capital de
la unidad periférica de Lasithi, al este
de Creta.. Alberga unos
20.000 habitantes. Es una ciudad turística, tiene un lago de agua salada en
pleno centro urbano, donde, según la mitología, se bañaba Atenea. Tengo referencias de su
belleza. No me defrauda. Tras llegar, bajo una cuesta conducente al lago. Me
siento frente a él en un restaurante para comer pescado. Es maravilloso estar allí,
tranquilo, sin prisas, saboreando comida autóctona junto al sitio frecuentado
por mi diosa favorita. Cierro los ojos. La veo salir del agua, poderosa,
enérgica, bellísima. Me gustaría gozarla
pero es virgen. Nada quiere con el sexo. La adentro en mi ser, la alabo. Ella me sonríe y se marcha en una
nube camino del Olimpo. Adíós, amiga Atenea, adiós. Siempre estarás conmigo,
aunque huyas cuando trate de amarte. Termino
el almuerzo y voy hacia el puerto de la ciudad. Turistas por todos lados.
¿Dónde está la crisis? Para nada se la vé por aquí. Tomo café sentado en una
terraza desde la que contemplo paisajes espl éndidos. Hay costumbre de beber cafés largos
en vasos de plásticos mediante una pajita. Me alegro de haber venido. Nadie
debería irse de Creta sin visitar Aghios Nikolaios. Aún me esperaba lo mejor.
Tras caminar un rato descubro la maravillosa escultura de Zeus-toro raptando a
Europa. Una sorpresa en toda regla, inesperada y por ello más disfrutable. Los
antitaurinos deberían ver esta obra de arte para comprender hasta qué punto el
toro forma parte de nuestra cultura mediterránea. Me subo en la estatua, la disfruto, la toco.
Ansío llenarme de cuando proclama. Zeus convertido en astado rapto a Europa justo
aquí. Visto con ojos actuales cometió un delito, pero los dioses no se rigen
por normas humanas. Ellos tienen sus propios códigos escritos por poetas y
refrendados por naciones necesitadas de venerarlos. ¿Sería igual la cultura
griega y latina sin dioses ni mitología? La respuesta es NO. Sin La Odisea de Homero, o La Eneida de Virgilio, le hubiera
faltado su base ideológica-religiosa a la Grecia clásica o al Imperio romano. Envidio
y admiro a tales autores. Son mi espejo para dotar a Andalucía de una epopeya
escrita. Ni de dejos conseguiré escribir sus sublimes textos. Sé que estoy
envuelto en utopía, que mis esfuerzos tienen poca probabilidad de éxito, pero
algo que fundamenta mi vida bien vale el intento. El tiempo juzgará lo que hago
en pro de mi tierra. Da igual si no lo asume. Gozo con la escritura. Sobre todo
ahora, cuando LA ANDALUCIADA me pertenece por completo. Si algún día se
publica, ya será distinto.
Tras la emoción compartida con Zeus-toro y Europa,
camino hacia la estación de Aghios Nikolaos. Debo esperar hasta que salga el
autobús para regresar a Heraklión. Voy a la taquilla y el idioma dificulta comunicarme con el empleado. Una mujer allí
presente se ofrece como intérprete. Es una profesora griega que aprendió
español gracias a una beca Erasmus. La acompaña su pareja, dominicano de piel
negra. Con ambos entablo una interesantísima conversación, prolongada luego al
sentarnos juntos en el bus. Coincidimos en muchas cosas, sobre todo en papel
jugado por las religiones a lo largo de la historia. Ella me informa que le
bajaron su sueldo de 1200 euros a 600. Los funcionarios griegos han sufrido
recortes por la crisis que azota a Grecia. Intercambiamos correos electrónicos.
Seremos amigos en Facebook. Al llegar a Heraklión se embarcaron hacia Atenas y
yo fui a mi hotel. El día resultó completísimo. Estaba cansado pero contento.
Tras moverme un rato por Internet, un dulce sueño me invadió.
Sábado 30 de junio 2012.- Cojo un autobús para viajar a Chania, llamada
también La Canea, segunda ciudad más importante de Creta. Fue su capital. Según
Wikipedia: “Está situada sobre un antiguo asentamiento minoico Se desarrolló
hacia el final de la época
minoica como una importante ciudad-estado de la Grecia Clásica, extendiendo sus fronteras desde la
bahía de La Canea hasta el pie de las montañas blancas. Es mencionada en la Odisea de Homero. En el 69 a. C. el cónsul romano Metelo derrotó a los cretenses y conquistó
Cidonia, a quien concedió los privilegios de una ciudad-estado independiente,
como la acuñación de moneda- En 824, los sarracenos de origen andalusí ocuparon la isla, siendo recuperada
por los bizantinos en el año 921 y fortificada para evitar que volviese
a caer en manos enemigas.
Tras la Cuarta Cruzada y el desmantelamiento del Imperio Bizantino en 1204, Creta es cedida a Bonifacio, marqués de Montferrat, que posteriormente
la vende a los venecianos. En 1252, Venecia consigue someter toda la isla pero en 1263 los genoveses, con el apoyo de la población, toman
La Canea ayudados por el conde de Malta Henrico Pescatore, controlando la ciudad hasta 1285, año en que es
reconquistada por los venecianos. La Canea se convierte entonces en la sede
administrativa de la región y centro de comercio. Los contactos con los
venecianos favorecen los intercambios entre las dos culturas. El nombre
italiano de la ciudad pasa a ser La
Canea y se construyen
importantes fortificaciones, otorgándole su forma actual.
Sin embargo, los muros no impiden a
los otomanos entrar en la ciudad después de tan
sólo dos meses de asedio, capturando La Canea el 2 de agosto de 1645. El comandante del ejército otomano fue mandado ejecutar al volver al
país por haber perdido 40.000 hombres.
En la Edad Moderna, a mayoría de las
iglesias son transformadas en mezquitas. Las riquezas de la ciudad son
saqueadas. Los turcos se instalan principalmente en los barrios situados al
este de la urbe, donde convierten la iglesia dominica de San Niucolás en la
mezquita de Huguiar Tzamissi.
Construyen asimismo nuevas mezquitas- El bajá de Creta residía en La Canea.
En 1821, tras el levantamiento
nacional griego contra el Imperio Otomano muchos cretenses son masacrados,
incluido el arzobispo de Kissamoz, colgado de un árbol.
Elefterios
Venizelos, original
de Mournies, cerca de La Canea, es uno de los que lideran el alzamiento contra
los turcos, llegando a convertirse en uno de los ministros más importantes de
Grecia. Su tumba se encuentra en la cima de una colina cercana a La Canea. En
1898, cuando se dan los primeros pasos hacia la independencia y la unión (enosis) con Grecia, las grandes potencias hacen de La Canea la
capital de un Estado cretense semiautónomo, con el príncipe Jorge I de Grecia a la cabeza. Las embajadas y
consulados neoclásicos del barrio de Aleppo datan de ese periodo. En 1971 Heraklión se convierte en la capital de la isla.
A Pesar de haber sido
bombardeada durante la II Guerra Mundial La Canea fue
reconstruida y está considerada como una de las ciudades más bonitas de Creta”.
Deseo llegar al Museo Arqueológico. Consigo
un mapa de la ciudad, pero pregunto aquí y allá. En el camino encuentro una
hermosa plaza con la catedral al fondo. Entro en ella. Sorprende por su riqueza
el barroquismo a la griega. Hay conexiones con el barroco andaluz en la
intención de manifestar el dominio de lo divino sobre lo humano. En mis viajes
visito cuantos templos puedo. Todos transmiten alianzas entre política y
religión. Cumplen el objetivo de controlar al pueblo llano. La religión como
instrumento político es una estafa para los pueblos. Hay muchos ejemplos: el
zar ruso que envió emisarios para informarle de religiones y eligió la ortodoxa
porque le gustó más que otras, los papas de Roma mangoneando Europa con el
Sacro Imperio Germánico, los Reyes Católicos entregando América al catolicismo
a cambio de obtener bulas para conquistarla, el “Paris bien vale una misa” del
rey francés, Franco recibido bajo palio en
templos españoles y tantos otros ejemplos que denotan cómo la fe es un
producto pagadero con favores políticos. Joseph Campbell, Freud, Jung y otros
estudiosos de las mitologías deberían ser leídos por quienes van a misa,
comulgan o asisten a procesiones o romerías.
Cerca de la Catedral está el Arqueológico.
Fue un antiguo convento. Lo expuesto en una amplísima sala con dos naves
laterales es espléndido, De lo mejor que se puede ver en Creta. Un conjunto de
toros cerámicos descubiertos por arqueólogos llama mi atención. Una vez más, lo
cretense aflora tauromaquia. Fui apocas veces corridas de toros. Apenas me
gustan y me aburro. Sin embargo, son básicas para entender la cultura
andaluza-mediterránea. Picaso y otros artistas se enamoraron de ella. Mitos tan
nuestros como Geryón hablan por si solos. En este museo descubro un busto
masculino que se parece mí. ¿Es mi ancestral doble cretense? Somos eslabones de
miles de circunstancias. ¿De cuántas personas tenemos genes? Siempre tuve la
sensación de dar vida a otros seres. Algunos poemas de mi libro Instrumento del Ayer brotaron con
escritura automática, de madrugada y hablan en nombre de alguien. A veces me
pregunto quien soy y de dónde vengo. Trato de responderme con intuiciones
incomprobables. En cualquier caso sé que mi misión en esta vida es escribir LA
ANDALUCIADA. Quizá fui elegido para eso, al menos así lo cree mi amigo Ignacio
Darnaude. Sería fatuo por mi parte arrogarme protecciones divinas, pero
desconocemos tanto de nosotros mismos que resulta oportuno dejar puertas abiertas a
cualquier posibilidad.
Domingo 1 de julio 2012.- Atravieso por completo la capital cretense para dirigirme a
otra estación ubicada junto a imponentes murallas. Son las diez de la mañana.
Llego con el tiempo justo para coger el autobús hacia Festos, otro de mis
objetivos en este viaje. Ya tengo una copia del disco allí encontrado. Me
espera una emocionante sorpresa. Las ruinas del que fue palacio minoico ocupan
una colina. Cuando llego a donde estuvo su biblioteca, justo donde se encontró
dicho disco, soy recibido por un concierto de cigarras ¿Fue algo casual o
causal? Nunca podré saberlo. Viví un momento mágico, espléndido, lleno de
emoción. Grabé un video que puede verse en:
http://www.youtube.com/watch?v=ml3Z5LiwM-w Sentí esa sensación de lo ya vivido
que nos envuelve de forma inesperada. Me felicito. Hice bien en venir. Un
matrimonio italiano aparece por allí, hablan español y entablamos una gratísima
conversación en torno a las religiones. Parece que nos conocemos de toda la
vida. Italia, España, y Grecia, afloran entre seres pertenecientes a la
cultura mediterránea.
Me
tiendo cuando estoy en la habitación del hotel. Es mi último día en Creta.
Mañana iré en ferry a Santorín. Debo preparar la maleta. Antes de dormir, subo
a Yo To Be el video antes mencionado con el canto de las cigarras oído en
Festos.
Lunes 2 de julio 2012.- Navegar por el Mar Egeo es un privilegio. La imaginación ansía
ver sirenas, ninfas, monstruos marinos o a Poseidón con su carro tirado por
hipocampos. Hay tanta literatura envuelta en estas aguas de azul intenso, que
la ficción se confunde con una ingrata realidad desmitificadora.
Desde
Creta a Santorín no hay demasiada distancia. Emociona pisar una isla que
algunos autores relacionan con la Atlántida, tesis respetada pero no compartida
por mí. Cojo un autobús para subir por un impresionante acantilado volcánico,
divisando en el trayecto paisajes bellísimos. Mi hotel aquí, el Golden Star,
tiene la fachada pintada de azul y blanco, colores de la bandera griega, es pequeño
y familiar. Tras descansar un rato, me lanzo a descubrir Tera, la
ciudad-símbolo de las Cicladas. Esa postal de una cúpula azulada con su cruz y
su mar al fondo, es reproducida en multitud de folletos turísticos. Para el día
siguiente compro una excursión marítima que incluye subida a la cumbre del
volcán y otras actividades. Me adentro
en calles estrechas, llenas de comercios y turistas, todas con edificios
encalados que denotan cómo en Grecia hay mimetismo entre los colores de su
bandera, sus paisajes y sus gentes: la identidad puesta de manifiesto en cada
detalle de la vida diaria. Un país amante de sus símbolos es menos vulnerable.
Azul y blanco son colores relajantes, hablan de paz, cielo y mar. Mi color
preferido es el verde. Tengo los ojos verdes. Me sientan bien las prendas del
color de la vida, el que los vegetales toman con su fotosíntesis. Andalucía lo
adoptó. “Verde es mi bandera / y verde es mi color. / De verde se tiñen los
campos de mi tierra./ Versos escritos en un libro inédito. Santorín refleja a
Grecia como ningún otro lugar del país. Es su isla más bonita y su paraíso. Entro
en la Catedral católica que tiene una esbelta torre. Luego llego a la cumbre
donde se sitúa el teleférico y una escalera de quinientos veinte escalones que me
tientan para bajar al puerto viejo. Hace calor y estoy cansado. Lo dejo para el
día siguiente. Me siento en la terraza de un bar cercano. Contemplo un
bellísimo atardecer. De regreso al hotel compro leche, fruta, agua y galletas.
Ya estoy pertrechado para realizar la excursión al volcán. Desde la terraza de
mi habitación se ve el mar. Lo diviso de dejos, mientras Santorin se muestra
iluminada.
Los
turistas-navegantes desembarcamos en Nea Kameni, isla central en la caldera.
Por un camino tortuoso, sembrado de piedras agujereadas, subimos al cráter del
volcán. No es un ejercicio para impedidos. Cuesta trabajo caminar hacia lo alto
por una especie de “paisaje lunar”. Merece la pena el esfuerzo. Allí arriba se
ven paisajes impresionantes, bellísimos. Un guía que habla español nos explica durante
el descenso cómo sucedió la explosión antes descrita. Dos jóvenes españoles oyen también las explicaciones. Ella y él son
de Granada aunque viven en Madrid. Simpatizamos y ya somos amigos en Facebook.
Embarcados de nuevo, nos llevan a un playa donde quien lo desee puede bañarse,
pero hay que nadar unos treinta metros para llegar a la orilla. No me aventuro.
Espero en la cubierta, mientras saboreo vino cretense y comida guardada en mi
mochila. Tras parar en un bar de la isla de Thirasia y situarnos cerca de Oia,
segunda ciudad isleña en importancia, a media tarde se regresa a Tira Esta vez
uso un folicular en vez de subir la temible escalera bajada por la mañana. Ya
en el hotel, descanso, como y navego por
Internet.
Miércoles 4 de julio
2012.- Es mi último día completo en Santorín.
Temprano cojo el autobús que me conducirá al
yacimiento arqueológico de Akrotiri, de origen minoico y micénico,
situado en el suroeste de la isla. Cuando llego esta cerrado. Abren a las diez
de la mañana. Aprovecho el tiempo para ilustrarme sobre lo que voy a visitar.
Aquí hubo una ciudad desaparecida, cubierta por cenizas tras la erupción
volcánica datada en el II milenio aC y eso permitió su conservación. Ocurrió
como en Pompeya y Herculano, en Italia. Los arqueólogos lograron sacarla a luz
en el siglo XX, encontrando edificios, pinturas murales, objetos cotidianos y
otros restos usados por personas dedicadas a la navegación, el comercio y la
agricultura. Cuando entro en el recinto, me sorprende ver que el yacimiento
está techado con una enorme estructura metálica con vigas de acero, cuando esperaba
encontrarlo al aire libre, siendo el primero que veo así. Esta cubierta sustituyó
a otra derrumbada en septiembre de 2005 con la muerte de una persona, obligando
a cerrar el yacimiento que se abrió de nuevo en abril de este año 2012, gracias
a lo cual puedo visitarlo. Su recorrido está señalizado y se hace mediante
rutas con suelos de madera. Quienes amamos los piedras milenarias, tenemos aquí
motivos para satisfacernos, pero la emoción no fluye porque hay una cierta
frialdad en lo contemplado, quizá producida por ser un recinto con vocación de
museo, sin esa chispa emotiva de otros lugares antiguos bañados por el sol.
Cuando termino la visita saludo a un sacerdote ortodoxo griego. Se muestra muy
amable al hablarme de la Reina Sofia como vínculo greco-español y de los
triunfos futbolísticos españoles. Tras salir del yacimiento ando unos dos
kilómetros para llegar a la llamada “Playa Roja”, de difícil acceso al tenerse
que bajar por un pedregoso acantilado volcánico. Localizo una sombra bajo la
pared vulcanizada. Disfruto con el azul intenso del cielo y del mar y me baño
por primera vez en el Egeo. En mi contacto con aguas queridas por los dioses,
hay algo bautismal, puro, inexplicable, no comprensible desde la razón humana.
Ya puedo sentirme más unido a ellos por este vínculo hoy practicado que nada
tiene de religioso. Es más un lazo de amistad, de camarería con quienes
contacto mientras escribo LA ANDALUCIADA.
La arena y las piedras tienen color rojizo, dando nombre
a esta playa. No es cómodo pisarla sin zapatos, pero todo se supedita a vivir
tan singular momento. Es mediodía, el calor aprieta. Subo por el camino del
acantilado para regresar a Tira antes de que cierre el Museo Arqueológico donde se guardan las
piezas más importantes encontradas en el yacimiento de Akrotiri visitado por la
mañana. Llego a tiempo para contemplar piezas únicas de la arqueología griega,
la mayoría originales, otras son reproducciones. Murales con monos o flores,
vasijas, utensilios domésticos y el pequeño ciervo de oro, única pieza de este
metal allí aparecida Tras salir del Museo visito en la cercana Catedral
ortodoxa, bellísima. Regreso al hotel muy satisfecho. Descanso un rato y salgo
a pasear para despedirme de Tira, ciudad inolvidable para cualquier viajero que
se precio de serlo.
Jueves 5 de julio
2012.- Embarco en
el puerto nuevo de Santorín con destino a Mikonos. La travesía es más larga que
la desde Heraklión a Fira. Otra vez el Egeo revive historias al pasar cerca de
Naxos u otras islas con resonancias mitológicas. Tras volver a tierra, me
dirijo al Hotel Philipi, gestionado por una familia hostelera. Estoy en pleno
centro de la ciudad, la calle es estrecha, encalada, con toques azules a la
griega. La terraza de mi habitación se abre a esa calle. Descanso un rato y
salgo a pasear en dirección a la zona llamada “Pequeña Venecia”, recomendada en
guías turísticas para contemplar puestas de sol. En el trayecto veo los enormes
molinos-símbolos de esta isla. Sentado ya en una terraza cuyos veladores de
primera fila son más costosos, veo irse al astro rey poco a poco, hasta
perderse en el mar. En mis viajes vi este maravilloso espectáculo en montañas de Turquía, Asillach, Ibiza y otros
lugares. Para mi gusto Sanlúcar de Barrameda los supera a todos. No en balde Steven
Spielberg rodó por allí cerca su
película El Imperio del Sol. Vuelvo a caminar por calles estrechas, llenas de
comercios y turistas. Con todos los respetos, Mikonos me parece un pastiche
turístico, cuyo único atractivo es contemplar esta puesta de sol y servir su
puerto para viajar al santuario de Apolo y Artemisa en la isla de Delos, motivo
primordial de mi venida y que tengo previsto visitar mañana. Regreso al hotel,
apartándome en lo posible del ruido existente por doquier. No es recomendable
venir a esta isla a quienes busquen paz y sosiego.
Viernes 6 de julio 2012.- La forma más fácil de llegar a Delos es
coger el ferry que parte del puerto de Mikonos. Por eso vine a esta isla. Me
embarco tras pagar un billete de ida y vuelta. La llegada a Delos me emocionó,
primero contemplando a lo lejos, desde el mar, las ruinas del mítico santuario
de Apolo y luego entrado en uno de los dos más importantes centros
cívicos-religiosos de la Grecia clásica. El otro, Delfos, lo visité hace años, cuando
recorrí el Peloponeso. La
mitología clásica dice que Delos emergió
agarrada por el tridente de Poseidón. Fue
una isla flotante hasta que Zeus la ató con cadenas al fondo del
mar, convirtiéndola en un lugar seguro
para Leto, al abrigo de los celos de Hera. La isla fue propiedad de Apolo que
la cambió con Poseidón. Isla minúscula (3,5 km²), árida, deshabitada desde hace tiempo. Sus pendientes son suaves y el
monte Cintos no sobrepasa los 113 m. El puerto fue siempre mediocre. Cuando los
vientos se levantan, la isla es inaccesible. Delos está a unos 8 km de la
costa. Un antiguo riachuelo llamado Inopos se dirigía del Monte Cintos al
puerto de Furni. Tenía un pequeño estanque cerca de las ruinas llamado por Heródoto Limne Trochoeides y Theognis por Calímaco. Cerca del lago, la leyenda sitúa a Leto dando luz a los gemelos Apolo y Artemisa. Las antiguas casas privadas fueron construidas a los dos lados del
Cintos y de la punta de Trokessa (actual Cabo Morou) al noroeste. Despacio, recreando mis cinco sentidos, recorro un
camino señalizado. Estar en Delos, entre
piedras llenas de sortilegios, tocarlas, sentarse en ellas, es una experiencia impagable.
Me sentí feliz. Había cumplido otro de mis objetivos del viaje. Pisaba nada más
y nada menos que la tierra primigenia de Apolo y Artemisa. ¿Cuántas conversaciones, plegarias o rituales habrán escuchado este banco o estas rocas
milenarias? La única posibilidad de responder es abrirse en cuerpo y alma para
intentar percibir sus mudos mensajes. Lo más llamativo del paseo es situarse en los templos, pisar el lugar
donde estuvo el mercado o ver los famosos leones que simbolizan este yacimiento.
Son réplicas de los expuestos en el cercano Museo Arqueológico, el mejor de
Grecia tras el de Atenas. Se pueden contemplar piezas únicas, expuestas a poca
distancia de donde fueron encontradas en 1873 por la escuela francesa de arqueología de
Atenas. Otra vez entre 1904 y 1914 bajo la dirección de M. Holleaux, gracias a una
donación del duque de Loubat, pero otras permanecieron escondidas hasta las
excavaciones de 1958-1975. Una restauración dirigida por la misma escuela francesa y más tarde por el 21
Eforato de Antigüedades prehistóricas y clásicas. En 1990, Delos fue incluida en el catálogo de lugares
culturales protegidos por la Unesco. El museo ocupa edificios espléndidos, con
iluminación excelente. Allí se agudiza el Síndrome de Shendal: aparecido ante
la contemplación en poco tiempo de muchas obras de arte. Lo sentí por primera
vez en Florencia y luego en otros sitios únicos de este planeta. Se vence
huyendo de prisas o preocupaciones, Un buen antídoto es primero leer letreros y
luego completar las piezas descritas.
Ya fuera del museo me
dirijo al embarcadero. Como fruta, mientras espero al ferry para regresar a
Mikonos. Con mirada de alma digo adiós a Delos. Su visita me deja recuerdos
imborrables. Por ello doy gracias a los dioses.
Tras almorzar pescado en el puerto de
Mikonos, duermo una buena siesta en el hotel. El resto de la tarde paseo de
nuevo entre callejas encaladas, tiendas y turistas. Me siento frente al mar, en
una playita urbana existente no lejos de donde atracan los barcos procedentes
de Santorin y otras islas. Es mi despedida de la que me resulta menos atractiva
de las Cícladas, aunque tenga su peculiar encanto.
Sábado 7 de
julio 2012.- Me levanto temprano. Al no haber
autobús, cojo
un taxi para ir al aeropuerto de Mikonos. Volaré a la isla de Rodas, haciendo
escala en Atenas. El viaje dura toda la mañana. Cuando llego a Rodas hace
muchísimo calor. Un taxista se ofrece a llevarme al hotel pagando cinco euros,
compartiendo coche con una pareja italiana. Acepto. El Saboy está situado en el
centro de la ciudad, cerca del puerto y del mercado. No es un hotel lujoso pero
sí confortable. Tras descansar un rato, camino en dirección al recinto
amurallado de la ciudad vieja. A pesar de ser las siete de la tarde y sábado,
tengo suerte al encontrar abierto el Museo Arqueológico. Es en un enorme
edificio que fuera el Hospital de los
Caballeros. Las obras de su construcción comenzaron en 1440 y se terminaron en
1489. Dentro hay varias colecciones, algunas tumbas antiguas, figuras, vasijas,
joyas y objetos de metal de los períodos clásicos y geométrico, más tumbas de
la antigua Kamiros y una variada colección de objetos de otras épocas. Tampoco
faltan las esculturas clásicas, helenas y romanas y hermosos pisos de mosaicos
o las estelas funerarios del período de los caballeros que representan al
muerto con su escudo de armas. Su colección de epigrafías antiguas es
extraordinaria. Salí de allí cuando ya cerraban. Callejeando pude ver tiendas,
restaurantes, bares ocupando locales de las calles céntricas. El turismo manda.
Al regresar al hotel me despisto. Debí preguntar muchas veces para al cabo de
un buen rato encontrarme en mi habitación, cansado pero contento.
Domingo 8 de julio 2012.- En
autobús llego a la Lindos Fue una de las principales ciudades de la isla de Rodas, situada en la
costa este, cerca de un cabo que lleva su nombre, a 55 km al sur de la ciudad de Rodas.
Según Homero, Lindos, Ialisos y Cámiros, tres ciudades rodenses, participaron
en la guerra de Troya. Los habitantes eran dorios y cada ciudad correspondía a una tribu dórica de la isla. Las tres fundaron
en el 408 aC. una nueva ciudad, (Rodas) y establecieron instituciones comunes; buena parte de la población de
Lindos se trasladó a la nueva urbe. Lindos conservó importancia desde el punto
de vista religioso, ya que tenía dos santuarios, uno de Atenea Lindia y utro de Heracles que tenía una pintura de Parrasio, célebre pintor. Lindos
fue el lugar de nacimiento de Cleóbulo
de Lindos, uno de los siete
sabios de Grecia.
Sobre la ciudad de Lindos se sitúa su
acrópolis: ciudadela natural que fue fortificada sucesivamente
por griegos, romanos, bizantinos, caballeros hospitalarios y los otomanos. Hay dos formas de subir a esta
fortaleza, andando, lo que supone un suplicio en pleno verano, o en burro por
el precio cinco de euros. Elegí la opción más cómoda de usar animales puestos
al servicio del turismo, como ya vi en Santorín o en la española Costa del Sol.
Ya dentro de la acrópoli diviso
paisajes espléndidos, mientras paseo entre piedras milenarias. Aquí se percibe
la simbiosis de culturas que dominaron Rodas a lo largo de los siglos, pero los
templos paganos sobresalen sobre lo demás. Ya estuve hace años en el Partenón
de Atenas, ahora vuelvo a otro templo dedicado a Atenea, mi diosa favorita. Eso
me hace feliz.
La bajada de tan bello recinto
fortificado la hago a pie, descubriendo el encanto de calles estrechas adosadas
a la montaña. Entré en una taberna griega, desde cuya terraza se contemplaba a
un lado la acrópolis y al otro el mar, bordeado por colinas y calas que
invitaban al baño. A una de ellas me dirigí tras comer pescado al grill en una
taberna griega. Después de tomarme un café y tenderme un rato en la arena, mi
segundo baño en el Egeo fue delicioso: agua cristalina, sombra, buena
temperatura del mar, se combinaron para hacerme para hacerme feliz.
El regreso desde Lindos a Rodas ciudad
fue a media tarde, descansé en el hotel y me dispuse a preparar el día
siguiente.
Lunes 9 de julio 2012.- En autobús me dirijo al Valle de las Mariposas, situado en
el municipio de Petaludes a veinticinco kilómetros al sur de la capital, En este lugar entre el 15 de junio y el 30 de
setiembre, se encuentran millares de mariposas de distintos colores. Pertenecen
a la especie Callimorpha Quadripunctaria y se sabe que son atraídas por el
perfume de la resina que producen los árboles que se
encuentran en el ecosistema del valle. Es un singular espectáculo que cada año atrae a
multitud de personas, teniendo yo la suerte de estar en Rodas en la época
apropiada para contemplarlo. Cuando llego subo un monte escalonado y de exuberante
verdor, embellecido además con riachuelos de agua cristalina. A la par
contemplo a miles de mariposas volando o posadas en rocas y árboles. El camino
está señalizado para llegar a la cumbre. De nuevo pongo a prueba la resistencia de mis pulmones. No
tengo prisa y subo despacio. Ya en lo alto entro en una capilla ortodoxa. A las
religiones les encanta situar estos pequeños templos en lugares elevados, a
veces inaccesibles, quizá buscando su proximidad con el cielo. Descanso del
esfuerzo realizado antes de bajar con cierta prisa porque debo coger el autobús
de vuelta que sale a las trece horas. Lo consigo y estoy de nuevo en Rodas
capital para almorzar en un restaurante típico y luego en el hotel dormir una
buena siesta.
Por la tarde salí dispuesto a explorar a fondo el
puerto, llamado Mandraky, donde estuvo situado el famoso Coloso de Rodas que en
los años sesenta del pasado siglo vi reproducido en una película. Entonces no
pude imaginar que estaría hoy aquí, las vueltas que da la vida. Recorrer esta
zona supone adentrarse en el alma de Rodas. Su lado izquierdo muestra bellos edificios
administrativos de estilo veneciano, la Casa de Correos, el Ayuntamiento, la
enorme Catedral de la Anunciación, con su esbelta torre; una escultura
relacionada con la II Guerra Mundial y sobre
todo la columna con un ciervo que
recuerda al Coloso, habiendo enfrente otra y entre ambas el espacio marino para
pasar los barcos. Camino por el muelle. Dos hombres golpean con fuerza pulpos
pequeños sobre las rocas, lo hacen con mucha fuerza para ablandarlo. Deberé
comer pulpo, muy presente en la cocina griega. Paso por dónde ofrecen
excursiones a lugares de Rodas o de la costa turca, situada a unos quince
kilómetros. Me dirijo al faro, en el lado opuesto de donde estoy. Hay cruceros
atracados en el muelle comercial, paso junto a enormes molinos de viento hoy
inactivos, me recreo ante la fortaleza veneciana similar a la existente en
Creta y termino mi paseo bajo la otra columna que indica dónde pisaba el
Coloso. Luego vuelta por el camino antes recorrido y al hotel. Entre el Valle
de las Mariposas y esta visita al puerto Mandraky ha transcurrido un día
completísimo y lleno de enseñanzas.
Martes, 10 de julio 2012.- Último
día de este viaje por las islas griegas, que tantas satisfacciones me ha
aportado. Lo dedico por completo a Rodas capital. Por la mañana temprano entro
en el imponente recinto amurallado de la ciudad vieja, con sabor medieval por
la influencia aún latente de la Orden de San Juan. Sus orígenes provienen de
los Caballeros Hospitalarios, organización fundada en Jerusalén en el año 1050
para asistir a los peregrinos pobres y enfermos en su viaje a Tierra Santa. La
conquista musulmana de territorios ocupados por cristianos hizo que dicha Orden
operara en Rodas desde 1309 a 1522, siendo expulsada por los turcos que se
mantuvieron en la isla hasta 1912, cuando pasó a depender de Italia. Tan
dilatada presencia caballeresca la evoca cada rincón de la famosa calle de los
Caballeros, cuyos bellos edificios sirvieron de alojamiento a miembros de la
Orden de distintas naciones, entre ellas España, en cuya casa entré para ver
una exposición dedicada a un arqueólogo italiano. Esta calle desemboca en una
plaza que sirve de pórtico al Palacio de Gran Maestre, restaurado para servir
de residencial temporal al fascista Benito Mussolini, quien lo disfruto poco. La
visita a ese palacio se hace imprescindible para quien visite Rodas. Sus
amplios salones adornados con mosaicos,
valiosos muebles y esculturas, así como su enorme patio porticado, asombran al
viajero. A la vez hacen reflexionar sobre la vanidad humana, expresada en
edificios con este por quien intentó revivir un imperio y fue derrotado y
muerto en la II Guerra Mundial.
Tras salir del palacio pasé por la puerta de una
mezquita otomana, con su minarete similar a los que hace años pude ver en Turquía.
Este bello edificio y una escuela situada a poca distancia, es lo más visible
de la huella musulmana dejada en la ciudad vieja de Rodas por varios siglos de ocupación turca.
Completé mi recorrido adentrándome en calles no
frecuentadas por turistas, Son lo menos mostrable al visitante que busca ocio y
diversión. Cuando viajo intento no perderme esa otra cara de la moneda. Es una
buena forma de conocer la realidad del lugar visitado, sin artificios ni
encantamientos empleados por la promoción turística.
Desemboco en una plaza con muchos restaurantes
ofreciendo platos de comida griega, entre ellos pulpo al grill. Me prometí
probarlo cuando estuve el puerto Mandraky y vi a pescadores golpear con mucha
fuerza pulpos sobre rocas. Busco el mejor precio y me siento en una terraza.
Siento decepción. Vale veinte euros y sólo hay un pequeño trozo de pulpo al
grill, con un poco de lechuga y tomate, cuando lo fotografiado en la carta era
más abundante. De sabor, ni por asomo se asemeja a la exquisitez del pulpo
gallego o al que venden cocido en supermercados sevillanos. Bueno, alguna
cosilla debería ocurrirme en este inolvidable viaje. “Nada es perfecto”, como
dijo Jack Lemon en la película “Con faldas y a lo loco”.
Tras volver al hotel para descansar un rato, termino
la tarde paseando por la ciudad nueva, con bloques de pisos modernos, calles
llenas de coches y sin ningún parecido con el recinto amurallado de la ciudad
vieja. Entre tanto asfalto con poco encanto, veo algo bello dando vida al entorno.
Es una fuente iluminada, cuyos chorros de agua la hacen esférica, formando una
especie de huevo. Con ella mojo mi rostro, como si estuviera bendecida. Es mi
adiós a Rodas y a las islas griegas.
Miércoles 11 de julio 2012.- El viaje de vuelta desde el rodense aeropuerto
Diágoras a Sevilla incluye escalas en Atenas y Barcelona. Llegué a casa sano,
salvo y feliz, sobre las diez de la noche. Quizá la diosa Atenea me acompañó
hasta el final, como hizo con Odiseo en su periplo de vuelta a Ítaca. La
considero mi amiga, no una diosa a quien adorar. La tengo cerca de donde vivo,
representada en dos maravillosas esculturas de Fidias existentes en la
sevillana Casa de Pilatos, a las cuales canté en un poema, lleve de copas por
los bares de la Alfalfa y comparé en algo tan sevillano como la Giralda.
Además, Atenea, junto con Hermes y Poseidón, son personajes básicos en mi
novela LA ANDALUCIADA, para cuya terminación y publicación les pido me sean tan
propicios como lo fueron durante este maravilloso viaje a las islas griegas.
Rafael Raya Rasero
Sevilla 31-7-2012
VIDEO DE LAS CIGARRAS CANTANDO EN EL PALACIO MINOICO DE
FESTOS http://www.youtube.com/watch?v=ml3Z5LiwM-w
VIDEO VALLE DE LAS MARIPOSAS ISLA DE RODAS http://www.youtube.com/watch?v=Vo1ZMZpG9wk&feature=plcp
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