(Pulsar en la imagen del cuadro para verlo a mayor tamaño. Debemos asumir nuestra historia nacional con lo bueno y con lo malo. Sin duda lo que refleja es opinable, pero viéndolo nos hace pensar. Quiá sea esta la primera vez que esta imagen se publica en España, por lo que puede ser una primicia "periódistica")
El pasado día 21 inicié mi viaje a Eindhoven, una ciudad situada al sur de Holanda, capital de la región de Brabante del Norte, donde se ubican importantes empresas tecnológicas, siendo quizá PHILIPS la más famosa e importante, tras ser fundada a finales del siglo XIX para fabricar bombillas eléctricas y luego ampliar su produccción con diversos productos consumidos en todo el mundo. La imagen de su fundador aparece sonriente en una concurrida plaza y su influencia se dejar traslucir en diversos lugares eidhovenses. Se trata de una urbe de medianas dimensiones, con un gran perímetro de extensión, concebida para el sosiego de sus habitantes, muchos de ellos ciéntificos de alta cualificación. Dispone de aeropuerto con vuelos directos a Sevilla, una espléndida biblioteca, una catedral que casi siempre está cerrada, amplias avenidas y plazas de diversas formas arquitectónicas donde se ubican algunos edificios vanguardistas. La bicicleta, como en toda Holanda, es la reina del transporte urbano. Por primera vez en muchos años me atreví a montarla. Al principio torpemente, pero luego pude ir incluso a un mercado a cierta distancia de mi alojamiento en la Plaza Guillermina. El día 22 viajé a Dordrech, a unos cien kilómetros de Eindhoven. Paseé acompañado por sus calles, me introduje en un mercado, entré en su Catedral con culto católico y protestante, y lo más sorprenderte fue descubrir en un antiguo convento agustino el cuadro que refleja la leyenda negra española vista por los holandeses del siglo XVI, cuando dependián de la Corona española y el duque de Alba los controló mediante procedimientos que dejaron un penoso recuerdo en el país. Otras de las ciudades visitadas fue Maastrich, famosa, entre otros motivos, por haberse firmado allí en el año 1992 un importante Tratado que fundamentó la Unión Europea de entonces. Gracias a una amable guía turística que hablaba español, un grupo de personas recorrimos calles, algunas amurallaadas, que en muchos casos recordaban tiempos pretéritos. Capital de Borgoña, su catolocismo aparece en monumentos marianos y sobre todo en su Catedral, oscura y amplia. Su cultura y forma de ser tienen influencias belgas y alemanas. Algunos la consideran la urbe menos holandesa del reino de los Países Bajos. Regresé a Sevilla el martes día 24. Retomé mi activida ciudadana asistiendo por la tarde a dos actos culturales celebrados en el sevillano Círculo Mercantil, calle Sierpes. Hoy miercoles día 25 he ordenado un poco mis cosas personales y mañana retornaré a la escritura de LA ANDALUCIADA, que me absorve y a la cual abandoné en estos días.
El pasado día 21 inicié mi viaje a Eindhoven, una ciudad situada al sur de Holanda, capital de la región de Brabante del Norte, donde se ubican importantes empresas tecnológicas, siendo quizá PHILIPS la más famosa e importante, tras ser fundada a finales del siglo XIX para fabricar bombillas eléctricas y luego ampliar su produccción con diversos productos consumidos en todo el mundo. La imagen de su fundador aparece sonriente en una concurrida plaza y su influencia se dejar traslucir en diversos lugares eidhovenses. Se trata de una urbe de medianas dimensiones, con un gran perímetro de extensión, concebida para el sosiego de sus habitantes, muchos de ellos ciéntificos de alta cualificación. Dispone de aeropuerto con vuelos directos a Sevilla, una espléndida biblioteca, una catedral que casi siempre está cerrada, amplias avenidas y plazas de diversas formas arquitectónicas donde se ubican algunos edificios vanguardistas. La bicicleta, como en toda Holanda, es la reina del transporte urbano. Por primera vez en muchos años me atreví a montarla. Al principio torpemente, pero luego pude ir incluso a un mercado a cierta distancia de mi alojamiento en la Plaza Guillermina. El día 22 viajé a Dordrech, a unos cien kilómetros de Eindhoven. Paseé acompañado por sus calles, me introduje en un mercado, entré en su Catedral con culto católico y protestante, y lo más sorprenderte fue descubrir en un antiguo convento agustino el cuadro que refleja la leyenda negra española vista por los holandeses del siglo XVI, cuando dependián de la Corona española y el duque de Alba los controló mediante procedimientos que dejaron un penoso recuerdo en el país. Otras de las ciudades visitadas fue Maastrich, famosa, entre otros motivos, por haberse firmado allí en el año 1992 un importante Tratado que fundamentó la Unión Europea de entonces. Gracias a una amable guía turística que hablaba español, un grupo de personas recorrimos calles, algunas amurallaadas, que en muchos casos recordaban tiempos pretéritos. Capital de Borgoña, su catolocismo aparece en monumentos marianos y sobre todo en su Catedral, oscura y amplia. Su cultura y forma de ser tienen influencias belgas y alemanas. Algunos la consideran la urbe menos holandesa del reino de los Países Bajos. Regresé a Sevilla el martes día 24. Retomé mi activida ciudadana asistiendo por la tarde a dos actos culturales celebrados en el sevillano Círculo Mercantil, calle Sierpes. Hoy miercoles día 25 he ordenado un poco mis cosas personales y mañana retornaré a la escritura de LA ANDALUCIADA, que me absorve y a la cual abandoné en estos días.
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