sábado, 30 de enero de 2010

LA ENSEÑANZA EN ESPAÑA Y UNA REFLEXIÓN DE MANUEL FILPO CABANA SOBRE TAN IMPORTANTE ASUNTO


Uno de los problemas irresueltos de la sociedad española es la enseñanza. No se ha sabido solucionar y las consecuencias es que aquí se ha mirado más a complacer intereses políticos y religiosos que a los ciudadanos. Las aulas españolas han parido a escolares ajenos a la competividad, y han basado el comportamiento cívico en preceptos religiosos derivados de la religión católica, como consecuencia lo importante no ha sido aprender sino más bien aprobar los exámenes, se supieran o no las asignaturas.

Los orígenes de todo eso se pierden en la noche de los tiempos. La Inquisición cercenó durante siglos cualquier inquietud ciéntifica, anteponiendo los credos y los dogmas a cualquier otra consideración, pero fue a partir del Concordato de 1851, acordado por un gobierno conservador de Isabel II con el Vaticano, cuando comienza el asalto del catolicismo a las conciencias de los españoles, mediante el control de la enseñanza que la Iglesia Católica obtuvo como recompensa por los bienes que perdió con la Desamortización de Mendizabal de 1833, mediante la cual quedaron 300 de los 2000 conventos existentes. La Araña Negra, como la llamó Vicente Blasco Ibañez, luchó durante años para recuperar su patrimonio, pero al no conseguirlo del todo le puso ojo a la enseñanza y las ordenes religiosas entraron a saco en las aulas, mientras el Estado pasaba a segundo plano para ofrecer una enseñanza deficitaría y de mala calidad, que traducía en el desprestigio de los sufridos maestros.

La prueba del fracaso son los continuos planes de educativos que se han implantado en los últimos años, y que ahora un ministro socialista, el Sr. Gabilondo, intenta remediar tal desaguisado proponiendo un pacto a los demás partidos políticos.

Hay tal preocupación por este asunto, que intelectuales como Arturo Pérez Reverte se están revelando y denuncian públicamente este problema , como puede verse en el artículo que en forma de PPS he recibido por correo electrónico y que se puede leer pulsando en la siguiente dirección:

https://docs.google.com/viewer?a=v&pid=gmail&attid=0.1&thid=12676df5d3faddce&mt=application%2Fvnd.ms-powerpoint&url=https%3A%2F%2Fmail.google.com%2Fmail%2F%3Fui%3D2%26ik%3D21e1335b6d%26view%3Datt%26th%3D12676df5d3faddce%26attid%3D0.1%26disp%3Dattd%26zw&sig=AHIEtbTxwlxdmkT_UgDqapkINwBDPXokzA&pli=1

También mi amigo Manuel Filpo Cabana, a quien ya mencioné en la entrada de fecha 18-11-2009, ha escrito un magnifico texto sobre la enseñanza, tras haber ejercido una profesión a la que ha dedicado gran parte de su vida. Le he pedido permiso para incluirlo en este blog y me alegra publicarlo, porque nos pone frente a un espejo alguien que siempre ha sido un luchador en pro de la dignificación de los profesores y ahora, ya jubilado, mira hacia atrás, para mostrarnos lo que ese espejo refleja.

LA ENSEÑANZA

Me resultará complicado escribir con serenidad sobre una actividad que ocupó toda mi vida, porque si a los años pasados en el colegio les añado los transcurridos en la Escuela Normal y a estos los de la docencia, sólo quedaron en un paréntesis el par transcurrido en el Ejército del Aire; y, para colmo, impartí clases entre desfiles y guardias a unos cornetas, analfabetos integrales. Poseo sobradas experiencias para escribir un voluminoso libro, algo que para tranquilidad de todos no haré.

De los años juveniles recuerdo el valor del trabajo basado en una disciplina espartana; jornada completa, sábados incluidos; sólo los jueves por la tarde quedaban libres. Las semanales calificaciones encabezadas por tres aspectos sociales: conducta, aplicación y aseo, terminaban con las faltas de asistencia, la situación del alumno en el conjunto y la firma del padre. No se descansaba ni en verano: una tarea muy concreta, obligatoria y evaluable servía de pauta para el curso siguiente; los ablativos absolutos, los teoremas de Tales de Mileto o las capitales de las Repúblicas Bálticas distraían el calor veraniego sevillano. Tales hábitos de trabajo contraje que el paso por la Escuela Normal me resultó un paseo. A pesar de tan drásticos métodos, parece que no acumulé demasiados complejos y acepté la imposibilidad de aprender seriamente dándole preferencias a la diversión.

Se cuidaban con esmero la lectura, la ortografía y recitación de poesías. Igualmente, muchos de los exámenes eran presenciales para potenciar la expresión oral; junto con las numerosas redacciones, actividades idóneas para la creatividad; la práctica ortográfica; la investigación del tema y el manejo coherente del lenguaje. Pero un mal día, los imperativos legales presas de complejos y eufemismos decidieron modernizarse. Ahora, cuando en ocasiones comento con algún profesor de universidad los niveles de los alumnos coinciden en la bajada progresiva. Alarmados, comentan: «La mayoría de los universitarios, incluso los de ‘letras’, no saben expresarse, los errores ortográficos abruman, los anacolutos te impiden qué quieren decir… Todo su interés reside en aprobar, no experimentan el placer de saber y, sobre todo, en ganar muchos euros reside su objetivo estelar».

Por el año 1970, durante el mandato de Villar Palasí, se publicó la Ley General de Educación que pretendió grandes logros con poco dinero; introdujo unas fichas individuales que sustituyeron a los tradicionales libros de textos y aparecieron absurdas siglas: PA (progresa adecuadamente) y NM (necesita mejorar). Me preguntaba: ¿pero existe alguna persona que a lo largo del día no haya progresado algo, aprendido alguna nueva cosa?, ¿qué quiere decir adecuado?, ¿quién no necesita mejorar?, ¿acaso viven entre nosotros seres que no tengan la necesidad de perfeccionarse? Numerosos padres de alumnos me rogaban: «Don Manuel, no entendemos eso del PA y el NM. Por favor, ¿puede decirnos numéricamente del cero al diez la puntuación de nuestro hijo en las distintas asignaturas?».

Las autoridades educativas pretendían que el maestro dejase aparcados los tradicionales libros de texto y confeccionase las fichas para cada uno de los más de cuarenta alumnos y de cada asignatura; ni con días de triple duración se podía conseguir. El absurdo comenzó a instalarse y el peligroso experimento, bomba retardada que aún sigue explosionando con el potente detonador de la Logse invento de gente de despacho que en su vida pisó un aula, más otros sofisticados artilugios diseñados con posterioridad, destruyeron la solidez donde cimentar la intelectualidad y hasta el sentido crítico ciudadano. Poseo muchas vivencias de airadas discusiones durante mi docencia: ¿acaso el loco soy yo?, ¿cómo aceptar que a la llamada Área del Lenguaje, base de la estructuración mental, se le dedique sólo tres horas semanales? Al cabo del tiempo, tristemente me satisface la inquietud de muchas personas sensatas, alarmadas por la mala cosecha de una siembra cuatro décadas atrás. La calidad no reside en un lujoso autobús de transporte escolar, ni en el comedor, ni en los uniformes; se consigue con voluntad en la adquisición de conocimientos, en la cortesía y la disciplina. ¿Cómo se puede defender la igualdad sin recalcar que cuando muchos tengan que dejar la ESO se encontrarán en esa jungla supuestamente civilizada que es la sociedad una carrera de vallas donde la preparación y el esfuerzo resultarán imprescindibles?

Conscientes, plenos conocedores de la flemática situación, desde la Casa Real hasta los próceres socialistas y sus antónimos, envían a sus hijos a centros extranjeros o a colegios de elite que cuestan una fortuna: ¿Los van a mandar a un colegio público de su querida Patria? Dirán en su ámbito privado: de eso nada, con mis hijos no se juega, que acudan otros, el día de mañana resultarán un ganado fácil de domesticar y los lugares privilegiados que dejaré los ocuparán los míos. Hay que ser un pleno retrasado mental o un fanático partitocrático para no darse cuenta de la demagogia e hipocresía reinante. Un ejemplo significativo: don José Blanco, actual ministro de Fomento, tiene matriculados a sus dos hijos en el elitista British Council de Somosaguas con un coste mensual de 5.380 euros (con tal cantidad se las tienen que aviar durante un mes casi trece beneficiarios del subsidio de 420 euros). Lógicamente, los hijos de don José reciben una educación bilingüe española-inglesa, nada de gallega ni esa otra tan mimada nacida de la progresía titulada ‘Educación para la Ciudadanía’. Los centros educativos extranjeros son unos oasis, cumplen el mínimo de los requerimientos y hasta las vacaciones se ajustan al calendario de los países respectivos.

A estas alturas, desde un espíritu desengañado, tallado a golpes de malos ejemplos, si mis hijos tuviesen posibilidades económicas los animaría para que formasen a los suyos en el extranjero, como príncipes o hijos de ministros, que para el caso da igual. Dejadme que dé escape a mi ingenuidad: o jugamos limpio o rompamos la baraja democrática comenzando por las cartas más delicadas y justas, las de la igualdad de oportunidades. Al final, los más perjudicados son los descendientes de las clases humildes. Don Manuel Chaves, otro ejemplo cercano, aseguró hace poco tiempo, compungido, que declara poco dinero al fisco por lo mucho que se gastó en la enseñanza de sus hijos en centros foráneos; manera muy rocambolesca de dignificar la enseñanza pública, precisamente él, primera cabeza bien visible del socialismo andaluz. Pero los comisarios políticos, artistas de la magia para conseguir votos, urden con premeditación disfraces para dulcificar el fracaso escolar. Tras cualquier encuesta internacional enarbolamos los farolillos de los últimos, estupefactos ante la torpe palabrería política por tapar tan impúdico espectáculo. Ante la ausencia de un proyecto colectivo, fraccionado en taifas el tablero patrio, los viejos maestros agonizan entre depresiones, clamando a un cielo que permanece en una total sordera, lamiendo las heridas recibidas en auténticos ataques protagonizados por padres y madres, más cercanos a las bestias que a los homínidos. Menos mal que los miles de ordenadores solucionarán los déficits y entraremos por las cómodas puertas de la tecnología y la innovación. Veremos cuántos quedan operativos cuando se haga el inventario anual.

No olvidemos el humor y, aunque sea negro, sonriamos ante unos imposibles pactos políticos y con algunas de las respuestas en los exámenes ’logsianos’: «Los reptiles son animales que se disuelven en el agua. Un reptil peligroso de España es el cocodrilo». «En Mallorca está el volcán llamado Teide. El agua del mar se solidifica y sale por el cráter». Y, por último: «Una palabra derivada de luz es bombilla». Pues apaguemos ya y vayámonos en busca de una vela.

Manuel Filpo 10.01.10

Enhorabuena, Manuel Filpo, por mostrarnos unas reflexiones tan acertadas, y esperemos que el Sr. Gabilondo pueda conseguir ese Pacto que está proponiendo, para que, de una vez por todas, la enseñanza en España sea un asunto de Estado, y como tal debe ser entendido por el gobernante de turno, ya sea de izquierda, centro o derecha, y no se cambien los planes educativos cada pocos años, produciendo desconciertos y desajustes en alumnos y profesores.

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