domingo, 19 de septiembre de 2010

ACTUALIDAD DE MI VERSIÓN MITOLÓGICA SOBRE EL NACIMIENTO DEL RÍO GUADALQUIVIR EN ANDALUCÍA



Como es sabido, uno de los mejores logros obtenidos por Andalucía en la última revisión de su Estatuto de Autonomía aprobado en 2007, fue el traspaso de todas las competencias relacionadas con el río Guadalquivir.

El artículo 51 de dicho Estatuto dice:
Cuenca Hidrográfica del Guadalquivir.
Andalucía ostenta competencias exclusivas sobre las aguas de la Cuenca del Guadalquivir que transcurren por su territorio y no afectan a otra Comunidad, sin perjuicio de la planificación general del ciclo hidrológico, de las normas básicas sobre protección del medio ambiente, de las obras públicas hidráulicas de interés general y de lo previsto en el artículo 149.1.22ª de la Constitución.

Posteriormente, el Gobierno andaluz, asumió las competencias transferidas, mediante la aprobación del Decreto 2/2009, de 7 de enero, por el que se aprueban los Estatutos de la Agencia Andaluza del Agua (BOJA de 12 de enero de 2009).
En dicho Decreto se dice:

Las competencias de la Comunidad Autónoma de Andalucía en materia de aguas vienen determinadas en los artículos 50 y 51 del Estatuto de Autonomía para Andalucía, estableciéndose en este último precepto que esta Comunidad Autónoma ostenta competencias exclusivas sobre las aguas de la Cuenca del Guadalquivir que transcurren por su territorio y no afectan a otra Comunidad Autónoma, sin perjuicio de las que corresponden al Estado. Así mismo, el Estatuto en su artículo 10.3.7.º consagra como objetivo básico la mejora de la calidad de vida de los andaluces y andaluzas, mediante la protección de la naturaleza y el medio ambiente, la adecuada gestión del agua y la solidaridad interterritorial en su uso y distribución, junto con el desarrollo de los equipamientos sociales, educativos, culturales y sanitarios, así como la dotación de infraestructuras modernas.
Así mismo, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 47.1.1.ª del citado Estatuto, la Comunidad Autónoma tiene competencia exclusiva sobre la organización administrativa que requiera el ejercicio de sus competencias.

Contra el traspaso de las competencias a Andalucía del Gudalquivir, interpusieron un recurso ante el Tribunal Constitucional las Comunidades de Extremadura, Castilla La Macha y Murcía, argumentando que parte del curso de nuestro más señero río discurría en sus territorios, pero el porcentaje total de la cuenca relacionada con dichas Comunidades es del diez por ciento. Por tanto el noventa por ciento restante discurré por territorio oficialmente andaluz.

Dicho recurso pretende que sea el Estado el que gestione el Guadalquivir y que a Comunidad Autónoma de Andalucía no tenga la exclusividad de su gestión.

Sólo dos magistrados del Tribunal Constitucional apoyan esa exclusividad, corriéndose el peligro de que Andalucía pierda unas competencias que cultural y políticamente le pertenecen, tanto por ser el RIO andaluz por excelencia, como por todo cuanto sus aguas representaron o representan para los andaluces, tanto para su economía, su historia y su cultura. Andalucía no sería la misma sin este río comparable con el Nilo en muchos aspectos relacionados con culturas antiguas hoy desaparecidas, o con nuestros días.

Cuando se estaba discutiendo el traspaso de las mencionadas competencias, algunas agencias de noticias publicaron mi defensa de un Guadalquivir basada en la versión mitológica de su origen y de su nacimiento que publiqué en mi novela LA ANDALUCIADA.

Ahora, nuevamente, hago otra llamada a la sensibilidad de cuantas personas tengan que ver con que el Guadalquivir sea andaluz de hecho y de derecho.

Para que se comprenda mejor mi postura, detallo a continuación lo publicado en 1991 en dicha novela, donde se relata que encontrándose los Dioses en guerra contra los Gigantes por el dominio del Universo, guerra llamada en la mitología clásica Gigantomaquia, una ninfa andaluza, llamada Estigia, hija de Tetis (diosa de las aguas dulces) y del Titán Océano, es enviada al Olimpo por la Reina Turta, soberana del Reino de Turtussa situado en el centro de Andalucía, para que manifieste a Zeus la lealtad de los andaluces de entonces, poniéndose a su lado en dicha guerra.

Aquella visita agradó tanto a los Dioses, que aprobaron por un lado incorporar el nombre de Estigia a su divino juramento, y por otro dotar al País de Occidente, de donde procedía la ilustre visitante, con un río que fuera tan maravilloso como para otorgar la inmortalidad y regala las tierras donde los Dioses tuvieron su morada primigenia.

Dicho juramento, cuyo incumpliendo acarreaban muchos males, decía:

Por Gea y el espacioso Urano que la cubre, y por las subterráneas aguas de Estigia, juro…

En el transcurso de la bienvenida que la Divina Asamblea da a Estigia, intervine su madre Tetis. Esta intervención la relaté así en LA ANDALUCIADA.

Tetis deseaba evitar cualquier confrontación con el Rey de los Dioses, pero al mismo tiempo, conociendo ya sus sinuosas intrigas para apartar a Estigia del trono de Turtussa, quiso Tetis asegurarle un brillante futuro a su hija turtússica, y dijo:

—En cualquier caso, sean cuales sean tus maquinaciones, poderoso Zeus , la verdad es que mi hija Estigia es sólo la representante de un gozoso, importante y codiciadísimo Reino, el de Turtussa, y sería injusto que sólo a ella le diéramos nuestros dones y no preserváramos algunos para el pueblo que la envía.

Por eso yo quisiera pedirte, oh Zeus, el permiso necesario para dotar de un gran río al extenso territorio de Anakú-País de Occidente, cuyas aguas invocaríamos los Inmortales junto al nombre de Estigia.

Este gran río -que sería uno de mis hijos más hermosos y queridos- lo haría yo brotar cerca de la Morada de las Greas, en la llamada Sierra Orospeda, al Norte de Anakú, y en él podrían desembocar otros ríos anakusses, llevándole las esencias de las tierras que rieguen.

Eso exigiría la presencia constante de Estigia en la Orospeda, para cuidar la pureza y la defensa de las aguas invocadas junto a su nombre en nuestro juramento, y como consecuencia de ello se produciría su alejamiento del territorio turtússico y de su esposo Palante -sin por supuesto renunciar así a sus derechos sobre el trono de Turtussa-, pero, al menos, si finalmente triunfas en tus maquinaciones, poderoso Zeus, ella no sería víctima de tal situación y tendría asegurado un puesto digno y acorde con su alto rango, y al mismo tiempo beneficiaríamos a todo el pueblo.

Posteriormente Tetis se trasladó a a Anakú-Pais de Occidente (nombre que en mi novela recibe el territorio atribuido históricamente al imperio tartessico). Una vez en la Sierra Orospeda (hoy llamada Sierra de Segura, en la provincia de Jaén), la diosa de los ríos y las fuentes puso en práctica lo acordado por Dioses y hace brotar el Gudalquivir.

El momento justo del nacimiento del Guadalquivir lo narro así en LA ANDALUCIADA.

Conocieron aquella alta peña y sus contornos con el nombre definitivo de La Iruela.

Desde allí, desde La Iriela -una vez satisfechos los deseos de Estigia-, Tetis, Iris, las tres Greas y la propia Estigia, fueron tanteando el terreno para localizar el sitio más idóneo donde pudiera brotarse el río prometido, y tras algunos días de afanosa búsqueda, llegaron por fin a una hermosa cañada rodeada de montañas, en una de las cuales; por ser la más destacada, Tetis puso sus divinales manos sobre una peña, e hizo brotar el Divino Manantial que originaría el Gran Río de Anakú. Las aguas que en el futuro invocarían los Inmortales en su peligroso juramento, junto al nombre de Estigia, nacieron abundantes, frescas y cristalinas de aquella alta peña, y tímidas corrieron para unirse a otros innumerables manantiales brotados también por Tetis, en aquella cañada denominada, por Iris, Cañada de las Fuentes de Tetis, en correspondencia al honor que antes le había hecho esta diosa. y ya juntas y uniéndose poco a poco todos los manantiales de allí hasta formar un único cauce, tan divinas aguas corrieron alegres y saltarinas por llanos y montañas, hasta crear un amplio estuario capaz de abrazar la anakusense isla Eryteia, en el ilustre Gran Mar Exterior, y ello como recuerdo de haber sido Eryteia el lugar donde se inició la victoriosa batalla final de los Dioses contra los Gigantes.

¿Puede alguien dudar que el Guadalquivir no debe ser administrado totalmente desde Andalucía, tras leer este texto, nacido de mi invención, pero que pudo ser real?

¿Es que no es real la “invención” de Homero, sobre la ubicación de Troya que más tarde confirmó el arqueólogo Sheliman?

Las intuiciones poéticas, y la mía sobre el origen del Gudalquivir lo es, tienen tanta credibilidad como la historia comprobada, como ya sugirió Albert Einstein .

Lo que puede ocurrir en nuestros días, es que los territorios de Murcia, Castilla-La Macha y Extremadura, donde discurre el diez por ciento del cauce del río Guadalquivir, estaban entonces integrados en el Imperio de Anakú-Pais de Occidente, al cual los Dioses Olímpicos otorgaron el privilegio del nacimiento de nuestro río. Parte de esos antiguos territorios anakusses están hoy regidos por esas tres Comunidades Autonómicas. Ahí está el problema.

Los Dioses pretendieron que las aguas del Guadalquivir llevaran las esencias de todas las zonas del Imperio, quizás por eso situaron el diez por ciento de su cauce en territorios hoy no administrados desde Andalucía, pero que siguen teniendo un toque andaluz por haber formado parte de un Estado nacido y desarrollado en la actual Andalucía.

Sé que mi defensa de un Guadalquivir netamente andaluz no puede basarse en intuiciones poéticas relacionadas con la mitología. Pero mi deber es exponerlas y pedirle a los presidentes de Murcía, Castilla la Mancha y Extremadura que respeten lo ya otorgado a su tierra madre de Andalucía, no sólo por una Ley Orgánica aprobada por las Cortes Españolas, como es el Estatuto andaluz vigente, sino también por la voluntad de los andaluces de ayer y de hoy.

Si los políticos a veces hicieran caso de los poetas, quizá los países y los territorios que ellos gobiernan serían más cultos, al tener en cuenta la voluntad de quienes fueron sus ancestros.

Yo les digo:

Retiren sus Recursos ante el TC., Dejen que el Guadalquivir sea netamente andaluz, porque esa, y no otra, fue la voluntad de los Dioses. Las divisiones administrativas posteriores a su nacimiento, no deben impedir que esa voluntad se cumpla.

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