lunes, 23 de noviembre de 2009

Reflexionemos sobre nuestra Historia (I). DE CÓMO HACE MÁS DE SIETE SIGLOS FERNANDO III DURMIÓ POR PRIMERA VEZ EN EL REAL ALCÁZAR DE SEVILLA


Aquella noche del 23 de noviembre de 1248, hace hoy 761 años, Fernando III, rey de Castilla y León, dormía en el recinto de Real Alcázar de Sevilla. No era la primera vez que pisaba la ciudad. Hay leyendas que hablan de cómo, desde su campamento sitiador, secretamente había entrado de vez en cuando por los portillos del recinto amurallado para mezclarse con los habitantes de la Isbylia que mandaba el caudillo almohade Axataf. Tampoco había resultado fácil llegar hasta aquellas habitaciones palaciegas, donde lo musulmán y el profeta Mahoma llevaban más de cinco siglos reinando por doquier. En el exterior, desde alguna ventana, podía verse la torre de la Mezquita mayor, copiada del alminar existente en Marraquech, capital del imperio de los almohades y ciudad con muchas semejanzas con Isbylia. Ahora, con la llegada de un nuevo rey y de una civilización basada en el cristianismo, todo cambiaría. La cruz iba a prevalecer sobre la media luna; las fincas rústicas y urbanas tendrían nuevos dueños, nobles y clérigos, para recompensarles por su ayuda en la conquista; las leyes se harían en Castilla, en vez de en África, y en las viejas mezquitas la voz del almuecín dejaría paso al toque de las campanas. Curiosamente no sólo caballeros castellanos y leoneses colaboraron en la toma de tan hermosa ciudad, un rey musulmán de Granada también fue una pieza decisiva para obtenerla, con lo cual la conquista de Sevilla no sólo fue una cuestión religiosa, sino también política.


Al rey Fernando aún le quedaba mucho trabajo por hacer. Lo más urgente era evacuar de la ciudad a los musulmanes residentes y dejarla lista para su incorporación a la cristiandad y a la civilización occidental. Para ello pondría naves a disposición de quienes desearan abandonarla pacíficamente para refugiarse en Marruecos, o bien facilitaría la huída a Jerez a quienes no abandonaran la Península. En cualquier caso, trataría de no derramar más sangre y que todo se desarrollara lo mejor posible. Contaba con el apoyo de la comunidad judía, cuyos miembros le entregaron ya la llave de su Alhama. Tenía también un formidable ejército lleno de moral y la colaboración de la Iglesia católica en todo cuando emprendiera. A partir de entonces, Sevilla se incorporaba al reino castellano, y él, como rey de Castilla y León, lograba aquella primera noche descansar tranquilo, en el mismo lugar donde antes dormía Axatax.


Hoy podíamos preguntarnos qué supuso la conquista de Sevilla y gran parte de Andalucía por parte de Fernando III. Sin duda lo más importante fue dejar atrás una civilización con raíces orientales para reemplazarla por la cultura imperante en Europa occidental. Ciertamente se cometieron muchos errores en ese cambio, pues al sustituir el Corán por la Biblia se pusieron las bases del inmenso poder ejercido por los eclesiásticos en la historia de España, y ese tremendo error lo hemos pagado muy caro: la religión siguió influyendo en nuestras leyes y no supimos cortar a tiempo el influjo de las sotanas en la conquista de América, en las escuelas o en la modernización del Estado español.


A pesar de todo hoy, 761 años después, podemos sentirnos medianamente satisfechos por lo conseguido y, a cuestas con nuestras luces y nuestras sombras, dejemos descansar tranquilo a Fernando III durante ese sueño eterno que mantiene en la capilla Real de nuestra Catedral.

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